Samira no conocía nada de Madrid hace unos años. O digo: Samira sabía de Madrid lo mismo que yo sabía de Alepo antes de que una guerra civil la convirtiera en una escombrera: nada. Puedo decir entonces, en una suerte de silogismo tramposo y frívolo, que la guerra nos enseñó a los dos a poner sendas ciudades en el mapa. La generación millennial y sus vínculos.
Samira es, sigo, una chica siria de 23 años que trabajaba como peluquera, que acabó siendo ascendida y que decidió abrir su propio salón, para no tener jefes, supongo, como todo hijo de vecino, y entonces la guerra empezó.
Pero cuando me ofrecieron entrevistarla decidí que no hablaría con ella sobre la guerra en Siria ni sobre su condición de refugiada. Porque todas las guerras son iguales y (supongo) que quien no ha vivido una guerra no entiende qué es una guerra. Y porque sobre el drama del refugiado ya escribió el señor Caparrós, y dios me libre de chapotear en los mismos charcos que el argentino.
Samira huyó a Trípoli al estallar la guerra, a casa de la tía de su madre. Allí fue donde aprendió a cocinar, porque las 30 bocas que compartían aquel mismo techo no se alimentan solas. En Trípoli trabajó un día como peluquera, «pero el salón de belleza estaba lejos de la casa, y la guerra hizo a sus hermanos sobreprotectores», traduce Malak, una libanesa que hace las veces de traductora y que colabora como voluntaria con Madrid For Refugees, quienes junto con ACNUR organizan Refuge Food Festival #ConLosRefugiados, un festival culinario que pretende, a través de la gastronomía, «cambiar la percepción que se tiene de los refugiados y promover su integración socioprofesional».
Entonces le pregunto a Samira quién es Samira e inmediatamente me siento un entrevistador de pacotilla, un señor aburrido de recursos humanos. Así que reformulo la pregunta: ¿quién era Samira en Alepo y quién es Samira ahora, en Madrid? «Bien», dice, avergonzada de su español todavía precario, y entiendo así que aprecia que mi pregunta de pacotilla haya perdido un poco ese rango de lugar común.
Y Malak traduce. Dice que Samira tenía una personalidad fuerte, pero que la guerra hizo de ella alguien débil. Estaba siempre cansada, solo quería dormir. Al llegar a España su timidez creció, y la barrera lingüística y el qué pensarían de ella por llevar velo tampoco ayudaba.
Pero hoy, dice, se siente más fuerte que antes. Y yo, que la conocí ayer, hoy la veo radiante, feliz. Lleva menos de un año en España y cinco meses cocinando gracias a Chefugee. No siempre en el mismo sitio. El concepto de Chefugee, creado por Madrid for Refugees, consiste en que sean diferentes restaurantes quienes cedan su espacio a modo de pop up, de evento temporal, para que los cocineros en cuestión ofrezcan un menú especial. Malak destaca entonces la importancia de Chefugee porque supone una puerta de entrada a muchos sitios: al mundo laboral, a la integración, a la aceptación de la diferencia por parte del nosotros. Y una puerta de escape de un pasado arbitrario, injusto y voraz.
Trabajar con Chefugee le está ayudando a romper ese muro insalvable del pudor. Samira cuenta que alguna gente en su entorno trataba de convencerla para que se marchase a Suecia o a Alemania, porque aquí las cosas están difíciles incluso para quienes llevan haciendo méritos muchos años. Pero a Samira le encantó Madrid desde el principio. Le encantó el apoyo que encontró, se sintió arropada. «Tranquila, tranquila», dice en castellano, mientras explica en árabe cómo todo su nuevo entorno se preocupa por ayudarla y calmarla, por corregirle cuando se equivoca con su español.
Y entonces intento simpatizar con ella de nuevo comparando mi experiencia con la suya a sabiendas de que se parecen en poco. Le cuento que yo también me fui al extranjero a fregar platos sin apenas hablar inglés. Trato, supongo, de ofrecerle el respaldo del semejante. Intento ofrecerle el mal de muchos para crear con él el consuelo del tonto. Y no alcanzo a entender si funciona, si consigo hacerme entender o si la traductora juega el papel de aquel teléfono escharrado.
Samira explica que ella no ha venido aquí a quejarse, que intenta ganarse la vida hoy como cocinera porque es una oportunidad que se la ha brindado como podría ser cualquier otra. Que lo que le importa es ser independiente.
Aquí puedes consultar el listado completo de los eventos que formarán parte de Chefugee:
Cena al estilo de Camerún con Pierre • Restaurante El Mandela
Jueves 21 Junio
Comida de Siria con Noor • Restaurante Amicis
Miércoles 20 June
Comida de Siria con Samira • Restaurante Banibanoo
Jueves 21 Junio
Cena sudano-egipcia con Ahmed • Restaurante L’Artisan Furansu Kitchen
Viernes 22 Junio
Cena Siria con Wesal • Restaurante Barrutia y 9
Sábado 23 Junio
Cena sirio-marroquí con Rachida • Restaurante en Ochenta Nextdoor
(Las Tablas)
Sábado 23 Junio
Brunch de venezolano con José Valentín • Restaurante Elektra
Domingo 24 Junio
Comida siria con Wesal • Gigi restaurante