C/Ponzano, 48
Cuando recibimos la invitación de Le Qualité tasca, pensamos en el típico garito estrecho, con cáscaras de pipas en el suelo y ambiente cerrado. De tasca al uso tiene lo mismo que nosotros de profes de física, porque no tiene nada que ver con eso. Es una experiencia gastronómica completamente distinta que trabaja bajo la filosofía de “de la naturaleza a la mesa” ¿Os atrevéis a descubrirlo?
Lo primero que llama la atención del establecimiento es la decoración. Cada mesa tiene una cestita con flores, los manteles son amarillos y los platos…Nos enamoramos de ellos. Nos quedamos con ganas de preguntar dónde narices los han conseguido. Hasta aquí nada que lo diferencie mucho del resto de restaurantes y gastrobares que están invadiendo la calle Ponzano. Marco, uno de los dueños, nos explica qué les diferencia: su obsesión por lo ecológico, porque las raciones tengan el sabor más auténtico posible.
Cambian la carta cuatro veces al año, siempre coincidiendo con los productos de temporada. No les gusta la figura del intermediario, así que tratan directamente con los proveedores de sus productos. También nos orienta con los vinos que maridan mejor con las raciones que vamos a degustar y cada vez que nos sirven, toca hacer el paripé de oler la copa y moverla sin quedar de horteras. Lo admitimos, no somos sumilleres pero, como mínimo, sabemos que un Albariño es mejor que el cartón de El Tío de la Bota. Coincidimos en que el que más nos gusta es el Impresiones, un vino blanco con denominación de origen de Tierra de León con un olor dulzón.
Pero vamos a lo importante: la comida. Su entrante estrella es el Tomate Rosa, que parece la calabaza de la Cenicienta y cuyo sabor no tiene nada que ver con los tomates del súper. Sabe a huerta. La concha de salmón, mango y aguacate y los crujientes de morcilla están buenísimos pero sin duda, nos quedamos con el pintxo de tortilla. No tiene nada que ver con el que te ponen en cualquier bar, consiste en un huevo poché sobre una base de puré de patatas y bechamel con cebolla. Demasiado rico y pequeño para nuestros hambrientos estómagos.
También estamos de acuerdo con que el pulpo a la brasa con mojo dulce y cachelos de patata es el mejor de los segundos. Procede de las Rías Baixas y es tan tierno que hay guerra de tenedores por el último trozo, es instinto. Cuando volvemos a ser civilizados se produce la típica situación en la que todo el mundo quiere ese trozo pero en vez de cogerlo, se lo ofrece a los demás. Al final se lo come el que parecía más interesado en que se lo comieran los demás. Quá ganas de complicarse la vida.
No podemos terminar sin hacer mención al POSTRE. Escribirlo en mayúsculas no ha sido una errata, es que es la primera razón de peso por la que pasarse por Le Qualité tasca. El Tierramisú no es el típico tiramisú sino una «maceta» llena de mascarpone con topping de galleta de mantequilla por el que que también nos peleamos pero esta vez es un “tonto el último”, no hay educación que valga.
Al salir notamos que la cabeza nos da vueltas y es que los vinitos que han acompañado a cada tanda de raciones se hacen de notar. Eso y que no tenemos mucho aguante, hay que admitir.
Está claro que la próxima vez que queramos tomar algo por Ponzano, sabemos dónde ir.