Hace unos cuantos fines de semana decidimos dejar a un lado nuestra vena gocha y sacar a relucir nuestro lado más aventurero (y patoso): nos fuimos de excursión al Pardo. Pero no se trataba de una excursión tranquila, con su cesta de picnic incluida, sino de una ruta en bici por el monte de Madrid de la mano de Mountain Cranks.
Fuimos 4 amigos bastante inexpertos en el tema del ciclismo (bueno, en realidad en el tema de cualquier deporte) y tengo que admitir que íbamos bastante nerviosos por temor a no ser capaces de pedalear más de un metro. Pero cuando nos pusimos en contacto con Juan, uno de los chicos que organizan la actividad, nos tranquilizamos bastante.
Cuando organizas una ruta con ellos, lo primero que hacen es preguntarte cómo te desenvuelves con las bicis y tu altura, ya que ellos se encargan de facilitarte todo el equipamiento necesario para la excursión (bicis, cascos, guantes…) y para que no tengas que preocuparte por llegar hasta el Pardo, ellos te recogen.
Así que cuando llegó el día, nos plantamos en el punto de encuentro con un chándal usado solo para hacer sofing y un bocata (somos unos gochos, no podemos remediarlo).
De camino al Pardo volvimos a recordar a Juan y a Kevin (fue el que nos acompañó durante toda la ruta) lo patosos que somos, pero nos dijeron que podíamos estar totalmente tranquilos, porque antes de empezar la ruta íbamos a pasar un rato familiarizándonos con las bicis y así ellos podrían observar cuál sería la mejor ruta para nosotros.
Y así mismo fue. Tras echarnos unas risas con todo el equipo puesto (gafas de sol incluidas) nos subimos a la bici y descubrimos cuánto echábamos de menos los ruedines, aunque con las explicaciones de Kevin al poco rato ya nos sentíamos como Indurain… Por cierto, graban toda la ruta con una GoPro, así que las risas están aseguradas durante la excursión y tras ella.
Os podemos garantizar que lo de que se adaptan a tu nivel en todo momento es completamente real, porque tras subir la primera cuesta ahogados, nos cambiamos a caminos más llanos y más bajadas.
Al final acabamos atreviéndonos a bajar pequeñas pendientes e incluso intentamos adelantar al guía.
Quién nos iba a decir unas cuantas horas antes que madrugar un sábado nos iba a gustar tanto… Y aunque al bajarnos de la bici solo pudimos pensar en las agujetas que íbamos a tener al día siguiente, nos quedamos con unas ganas enormes de volver a repetir (y seguro que lo haremos).
Así que después de que las agujetas hayan desaparecido y tras habernos echado unas risas con nuestro vídeo (el cual hemos decidido no enseñar para qué no nos perdáis el respeto) solo nos queda deciros que es un plan perfecto para desconectar de toda la locura y la rapidez de la capital… Y por cierto, Kevin no podía haber acabado la ruta de mejor forma: ¡nos trajo unas cervecitas para recuperar las fuerzas!
Se podría decir que todo fue “sobre ruedas”…