
Ay la música española de los 2000, ese pequeño paraíso terrenal. Fito y Fitipaldis, Amaral, El Canto del Loco… o La Oreja de Van Gogh, que se formó en 1996 con Amaia Montero como vocalista. Y aunque lo hizo en San Sebastián, Madrid también ha sido una ciudad clave en sus letras y su trayectoria: desde el íntimo Jueves dedicado a los atentados del 11 de marzo de 2004 hasta «las tardes de invierno por Madrid» en Puedes Contar Conmigo.
Temas icónicos a los que se sumaron otros como El Último Vals o Inmortal tras la llegada de Leire Martínez en 2008 como nueva voz principal. Y aunque en octubre de 2024 ella también abandonaba la banda, actualmente las canciones del grupo siguen siendo un emblema del pop de los 2000 en España. Algo que se traduce en un amplio abanico de planes para los fans de La Oreja de Van Gogh, especialmente si estás en Madrid. Y este es el día menos pensado para conocer algunos de nuestros favoritos.
1. Comprar «rosas» en alguna de las floristerías madrileñas más conocidas
No esperes con la carita empapada esperando a que te las regalen a ti. Madrid está repleta de floristerías de todo tipo, desde los míticos puestos de Tirso de Molina hasta nuevos locales dignos de ser el centro de tu feed de Instagram. Brumalis, Lorena Marco Flores o Mon Parnasse son algunos de los escaparates que seguro que te has quedado mirando en algún paseo por la capital.
Si además de escucharlas eres más de ver rosas que de comprarlas, la rosaleda del Real Jardín Botánico o la de El Retiro es algo digno de ver (al menos) una vez en la vida.
2. Escuchar un homenaje a La Oreja de Van Gogh entre velas (como ese mosquito que sigue la luz)
Sí, es imposible cansarse de escuchar algunos temazos de La Oreja de Van Gogh. Pero a veces apetece hacerlo de una manera diferente. Y si ese es tu caso, Candlelight: Tributo a La Oreja de Van Gogh puede ser una buena opción para ti. Un concierto en directo dedicado a la icónica banda vasca donde algunas de sus canciones más conocidas son reinterpretadas en su formato más clásico… a la luz de miles de velas.
3. Hacer una ruta por Malasaña en busca de un portal donde «puedas contar conmigo»
Aunque esperamos que no te tomes un café con sal, y especialmente que no tengas ganas de llorar, sí te aconsejamos hacer la ruta que podría haber hecho ese pobre muchacho del que hablaba Puedes Contar Conmigo. El barrio de Malasaña, la Plaza del Dos de Mayo o la Calle de la Palma son algunos de los lugares que forman parte del contexto de la música pop de los dos mil.
En esos años, Malasaña heredó el espíritu contracultural de la Movida, y la nueva generación encontró en este emblemático barrio un epicentro del pop-rock español. Un género del que La Oreja de Van Gogh fue parte importante. Así que perderse por sus calles es sinónimo de imaginar que cada portal puede ser donde el chico esperaba sentado en el suelo sin pensar.
4. Ir a un karaoke «la madrugada del 20 de enero» (o cuando sea)
La etapa de ir a un karaoke de Madrid y cantar 20 de enero recomendamos no saltártela. ¿Gritar «Y desde entonces te quiero, te adoro y te vuelvo a querer» con un micrófono y una base musical como guía? Solo dinos fecha y hora. Y lugar, porque la capital cuenta con muchos y muy variados karaokes en diferentes puntos de la ciudad. BAM Karoke Box en el barrio de Salamanca o Toni 2 en Salesas son dos nombres muy conocidos, pero también otros como Cheers Karaoke.
5. Probarte looks dosmileros en tiendas vintage como buena «reina del pop»
Pantalones de tiro bajo, cinturones anchos con tachuelas, collares sobre capas y capas de camisetas y chaquetas… iconos inmortales de lo textil. Y si la moda siempre vuelve, la dosmilera que se vestía en la época más exitosa de La Oreja de Van Gogh no es la excepción.
Por eso, si quieres revivir esos tiempos, Madrid cuenta con infinidad de tiendas vintage y de segunda mano como Magpie, Neare o La Mona Checa donde podrás encontar auténticas joyas tanto en ropa como en accesorios.
6. Ir a «la playa» de Madrid
Poner «La Playa» como la siguiente canción mientras ordenas tu pisito de Madrid en verano puede ser un poco frustrante. Lo sabemos, hemos estado ahí. ¿Pero qué mejor manera de honrar la mítica canción de La Oreja de Van Gogh que, literalmente, yendo a la playa? O, en el caso de Madrid, sus playas de interior y piscinas naturales, como es el caso de Las Presillas, El Muro o la del Alberche. Porque aunque no son como la de San Sebastián de la que habla la canción, en estas también se podría escribir la canción más bonita del mundo.