La pasada noche, huyendo a plena carrera de los RRPP de Huertas, llegamos al final de la calle casi sin darnos cuenta. Miramos hacia atrás y allí seguían, corriendo detrás de nosotros empeñados en que fuéramos a su garito a tomar unos chupitos gratis.
No podíamos más, teníamos que despistarlos… Así que ya casi llegando al Paseo del Prado, decidimos hacerles un quiebro y meternos por la Calle de Jesús. Casi sin darnos cuenta nos chocamos con un restaurante de comida americana estilo años 50, Skyline Diner, en donde decidimos resguardarnos hasta que los RRPP se olvidaran de nosotros.
Nada más entrar, nos sentimos unos más del reparto de Grease. La música indie norteamericana y el olor a comida nos insinuaron amablemente que deberíamos quedarnos a cenar. Y así hicimos.
Al ver la carta se nos nublaron los ojos de alegría. En ella aseguran que en Skyline hacen una comida diferente, lejos de las cadenas de restaurantes y del postureo gastronómico que nos agobia actualmente. Aseguran que su comida está rica, hecha con cariño y todo a un precio razonable. Y, esto no queda aquí: también participan en un proyecto junto a Ayuda contra el Hambre, por el que donan el precio de cada ingrediente solidario que elijas a la ONG. Vamos, que Skyline Diner es Angelina Jolie en restaurante.
El caso, que nos quedamos a cenar ¿por dónde podíamos empezar? Primero teníamos que calmar la sed con una cervecita. Nos ofrecieron una cerveza artesana de trigo fabricada en Toledo, Barbiere, a la que por supuesto tuvimos que decirles que sí. Exquisita. Ahora sí que estábamos en condiciones de elegir lo demás.
De entrante, una de las especialidades de la casa: las delicias de pollo. Buen nombre, por cierto. No eran muchas pero nos dieron para quedar bien los 4, que después venía el plato fuerte: las hamburguesas. Tienen 6 tipos entre las que puedes elegir, incluso te dan la opción de que la crees tú mismo eligiendo todos los ingredientes y el tipo de carne. Nosotros escogimos la Aspen, con queso raclette, la Little Italy con toques de albahaca, la Liberty con foie y la Skyline, con bacon y salsa BBQ. Puedes elegir entre carne de vaca gallega o Angus, que es carne escocesa más suave de sabor. Y sí, gracias a dios estas hamburguesas se pueden meter en la boca sin miedo a una dislocación de mandíbula.
Para terminar, no podíamos irnos de allí sin tomarnos el postre, sobre todo porque te sale gratis si lo que habéis comido vale más de 12€ por comensal. Así que, ya que estábamos en un restaurante neoyorquino, teníamos que terminar la cena al más puro estilo americano: carrot cake, brownie, tarta de manzana y red velvet. Vamos, como un buen gordo.
Era la hora de salir pero los RRPP seguían allí, aporreando los cristales cual zombies hambrientos de cerebros. Menos mal que nos sobraron algunas patatas y pudimos dárselas para entretenerlos mientras nosotros volvíamos a darnos a la carrera. Al final el acoso nos vino bien para bajar la cena.