Llega un momento en el que el viernes por la tarde no se convierte en sinónimo de “a prepararse para la juerga de la noche”, sino en “pizza-peli y que nadie me moleste”. Recuerdas con nostalgia esos días en los que el único objetivo era agarrarse el pedo y dejarte llevar. Las resacas ya no duran una mañana, sino todo el finde y te ves ridícula en ese vestido de cuero que tanto te gustaba. Madrid no envejece pero tú te haces mayor, has superado los 25 y sabes (o crees) que hay planes que ya no están hechos para ti.
Salir de farra
Sigues volviendo a casa con el metro pero en vez de a las seis, a la una y media. Pasar horas y horas dentro de Joy, Cats o Kapital te parece absurdo. Prefieres quedar con los cuatro amigos más íntimos para tomar una cerveza en ese bar donde las tapas son gratis.
Emborracharte en el Retiro
Primero porque el sueldo se te va en la multa y después, porque hacer botellón a las seis de la tarde te parece una exageración. Por favor, es la hora de la siesta.
Hacer el groupie en el Palacio de los Deportes
Te escandalizas con las preadolescentes que se tiran una semana haciendo cola para ver a One Direction o Justin Bieber, sin ir al cole ni nada. No olvides que tú también fuiste una “chica woo” que se pintaba el nombre de su ídolo en los brazos y en la cara.
Subir fotos al Tuenti
Te hacías una foto en un parque de Madrid y la publicabas en la red social con una frase ocurrente. Ahora eso “es de canis” pero no olvides que todos tenemos un pasado.
Ver la última de Disney en los cines Callao
No porque seas demasiado mayor para ver Frozen o Big Hero 6, sino porque está tan lleno de niños que acabas por sentirte un pirata en Nunca Jamás. Mejor verlas en casa o, en su defecto, ir con tus primos más pequeños.
Selfies en los probadores del Zara
Lo hacías con la excusa de comprobar qué tal te sentaba el modelito pero en realidad era la forma perfecta de probarte vestidos hasta la extenuación, a lo Pretty Woman.
La filosofía de la “calabaza putilla”
Halloween y Carnaval eran las únicas épocas del año en las que podías enseñar cacho sin que nadie te juzgase por ello. Ya no te trabajas el disfraz para ligar, sino para que sea tan realista y perfecto que todo el mundo quiera sacarse una foto contigo.
Salir por los Bajos de Argüelles
Era (y es) la única zona de fiesta en la que podías beber sin que te pidieran el DNI. No es que sea un instituto nocturno, es que la media de edad está en torno a los 17-18 y por mucho que te guste el hidromiel, es hora de superar esa etapa…O no.