Es muy difícil volverse vegetariano o vegano de la noche a la mañana, muy difícil. No es despertarse un día y cambiar radicalmente de vida para siempre; primero porque a los tres días venderías a tu madre por una loncha de jamón serrano y segundo, porque el estómago no podría soportarlo.
La transición de un extremo a otro tiene nombre: cocina flexiteriana -compuesta en un 80% por plantas vegetales y en un 20% por pescado azul y carne ecológica- y el mejor lugar para probarla está en Zoco Comidero bar (calle de la Morería, 11). Acaba de abrir en Madrid (solo tiene tres meses de vida) pero promete imponerse en el largo desfile de hamburgueserías, bares y gastrobares que componen La latina. No solo tiene una oferta gastronómica algo diferente a la que estamos acostumbrados, también tiene unas vistas a la Catedral de la Almudena que no dejan a nadie indiferente.
Seguro que has oído muchas veces eso de “somos lo que comemos” y esa es la filosofía de este discreto restaurante ecológico. Nos atiende Marbell Pérez, la dueña, que tiene como meta educar el estómago de sus seres queridos y sus clientes. No ve mucho las noticias pero está segura de que todos los problemas del mundo se solucionarían con una alimentación sana. Razón no le falta, ha querido construir un lugar en el que la gente se reúna para hablar y disfrutar de una comida hecha con ingredientes frescos y de calidad, no para estar ansiosos con las notificaciones del móvil y comer rápido y mal. Uno de los pocos decorados que tiene el local es un gran cartel que reza “ama, come, vive”.
Zoco Comidero sigue la línea de la filosofía slow, que rechaza el fast food y ensalza el estar 100% centrado en una actividad-en este caso, comer. Aquí la comida es casera, ecológica y fresca. “Muchas veces los clientes se enfadan porque se nos ha acabado algún ingrediente pero no son conscientes de que eso es algo bueno, significa que es fresco” nos explica Marbell. Ya los entrantes dan ejemplo de ello. Creíamos que no existía nada mejor que la Nutella para untar en el pan hasta que conocimos el chocolate ecológico combinado con el kiwi (una de sus tostas estrella). También nos enamoramos de una mezcla que desconocíamos: la del plátano con queso de cabra.
Es fácil pensar que la cocina flexiteriana es “comida de conejos” solo apta para personas que son como “La hierbas” de Aquí no hay quien viva. Zoco Comidero es experto en derribar ese prejuicio y si ya lo consiguió con las tostas, lo confirmó con su trío de hamburguesas: veggie, de ternera ecológica y de salmón marinado. Si combináis este plato con la tabla de quesos caseros hechos con frutos secos que ofrecen, os prometo que os entran ganas de volveros flexiterianos y abrazar la religión de los crudités.
Zoco Comidero no solo intenta que el sabor de sus productos sea lo más auténtico posible, sino que represente la gastronomía de otros países. Daniela plasma su origen venezolano en la ensalada de quinoa, batata y espinacas pero se atreve con otras gastronomías ofreciendo chop suey (vegetales al wok con gambas y aceite de sésamo), risotto con setas y espárragos o pasta artesanal al pesto.
Estamos saciados pero como persona que sería capaz de casarse con una tableta de chocolate, tengo un segundo estómago para el postre. Caemos en la tentación de pedir un brownie de aguacate con helado de pistacho que tarda dos minutos en desaparecer, literalmente. Dejamos el cuenco más limpio que si lo hubieran lavado con agua y jabón y al menos yo, entendí eso que dicen de que el chocolate es sustitutivo del sexo. El final no puede ser más apoteósico, pues todos los jueves a partir de las 22:00 hay una sesión de música en vivo que corre a cargo de un grupo de rock que versiona (y no destroza como otros) los clásicos de Queen, Dire Straits o The Beatles.
Hemos aprendido algo que con las prisas y el estrés del día a día solemos olvidar: a disfrutar del momento. Si queréis una experiencia gastronómica y filosófica, este es el sitio.