Preadolescencia: dícese de esa época nefasta cuyo rastro eliminaste hace tiempo de las redes sociales pero que, aunque no quieras, recuerdas con cariño. Comienza el día que tus padres te dan permiso para coger el metro sin ellos. Para alguien que se ha criado en las afueras, adentrarse en la línea 1 para llegar a Sol era sentirse Indiana Jones en busca del arca perdida.
Fue cuando descubriste que Madrid tenía muchos secretos que ofrecer y que querías descubrir todos y cada uno de ellos. Con los años te das cuenta de que por muy diferente y originales que nos creyéramos, todos acabábamos en los mismos sitios.
La verdad es que en ese sentido, las cosas no han cambiado mucho ¿Cierto? Que levante la mano quien no haya ido a un gastrobar «por probar» o haya quedado para el brunch (por cierto, os recomiendo este sitio). En fin, hagamos un remember de nuestros planes favoritos de aquel entonces.
1.El barrio
Al buen madrileño le encanta comparar. Te quejabas de que no había nada que hacer en el barrio pero cuando salías de la zona de confort, lo tenías todo el día en la boca: que si los chinos del barrio son más baratos, que si el césped del barrio es más verde, que si en tu videoclub hay más ofertas… Si te cruzabas al vecino en la Gran Vía, te sentías todo un relaciones públicas.
2.Las barcas del Retiro
El entretenimiento estrella del verano era ir al Retiro a remar en las barcas y salpicar a los de al lado. El logro era dejar que el bote diera vueltas y alcanzar la otra orilla. Siempre había algún colega con cachimba con tabaco de melón para terminar la tarde.
3.Parque del Oeste
Punto de encuentro por excelencia de esos botellones que empezaban a las 6 de la tarde. Ahí probaste el primer malibú con piña y conociste el efecto cegador del alcohol al liarte con el friki de la clase del B. Fue donde tomaste esa esa decisión que nunca has cumplido…
4.Discotecas light
Como no te dejaban pedir alcohol en la barra te hinchabas a granadina con vainilla (bebida hoy día imposible de encontrar). A ritmo de La Tortura y Don´t Cha te asomaste a los secretos de la anatomía humana en los sofás de Kapital o los baños de Dolce (a Elite no ibas, que era para fachas).
5.Cines
Raro era el sábado en el que no gastabas parte de la paga en una buena peli y unas palomitas. No es que fueras más cinéfilo, las entradas valían la mitad.
6-Parque de Atracciones
Te sentiste la persona más valiente del mundo la primera vez que subiste a la lanzadera y escupiste boca abajo desde la última fila del Top Spin. A tus veintipico sigues queriendo volver, aunque ya no eres capaz de montarte tres veces seguidas en El Tornado sin echar el desayuno.
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¡Disfruta Madrid!
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