Cuando una empresa te invita a una fiesta en sus oficinas, lo primero que piensas es que eso va a ser un evento formal en el que te van a mirar raro si vas en vaqueros y que lo más alocado que vas a hacer es beberte una cerveza… Pero si el anfitrión es Fever, lo más políticamente correcto que puedes ver es a uno de sus mandamases dándolo todo en la pista o a una chica vestida de canguro amenizando el ambiente.
Por supuesto, eso nosotras no lo sabíamos. Nos pareció curiosa la propuesta de que una empresa joven decidiera organizar un evento con el concepto Love is in the app con el objetivo de encontrar a tu alma gemela y ver en directo a Pignoise. Sabíamos que en algo así los vaqueros estarían permitidos (lo cual agradecimos) pero no que fuéramos a venirnos tan arriba como si estuviéramos de fiesta un sábado por la noche ¿Queréis saber qué pasó?
Al llegar, dos azafatas nos entregaron las pegatinas que tendríamos que llevar durante todo el evento si queríamos encontrar a nuestra pareja perfecta. Nos tocó Bella y el Correcaminos, así que nuestro objetivo era fichar a La Bestia y Coyote. Quién sabe si con la bromita íbamos a acabar conociendo a alguien interesante ¿no? Todo podía suceder en la Feverfiesta…
El segundo paso fue dirigirnos a la cocina y probar el vino de El Perro Verde que servían en la barra. Eso de que te inviten a vino es peligroso, sobre todo si está bueno y el catering (que corrió a cargo de Deliveroo) ha volado. Al segundo chato ya estábamos bailando con los invitados y hablando con todo el mundo, desde peces gordos del mundo de ocio hasta con los usuarios de la app.
El ambiente se caldeó aún más cuando Pignoise comenzó su concierto acústico tocando temas tan míticos como Nada que perder, Estoy enfermo o Todo me da igual. Un retorno a la adolescencia en toda regla.
Creíamos que tras este remember la Feverfiesta había terminado, que tocaba volver a casita y meternos en el sobre, pero…¡Error! Luigii Nieto tomó el control de la situación y comenzó a pinchar temazos remixeados. Para entonces, ya llevábamos unos cuantos Perros Verdes, alguna Heineken encima y una peluca de Elvis Presley a juego con el bailoteo. Para colmo nos abríamos paso peleándonos con los globos que flotaban por la sala. Un show.
Exaltadas, iniciamos la búsqueda de nuestra media naranja y como no tuvimos mucho éxito, probamos a declarar nuestro amor en la gran pizarra que Fever había dispuesto para ello. Nos partimos de risa con las confesiones y he de decir que lo más cerca que estuve de encontrar el amor fue al leer que alguien pedía que Fever fuera apto para Windows Phone ¡Por fin alguien se acordaba del último mono de los smartphones! A ver si hacen caso los ingenieros de la app 😉
A partir de ahí, no recordamos nada más. Solo música electrónica, risas y anécdotas varias que preferimos callarnos por preservar nuestra dignidad y la de los que nos acompañaron. Para eso tendréis que enteraros cuándo es la próxima Feverfiesta y juzgar por vosotr@s mism@s.
Solo os diremos una cosa: lo que pasa en la Feverfiesta, se queda en la Feverfiesta. Hasta ahí podemos escribir.
Imágenes cedidas por Fever