En pleno corazón de la calle Mayor, a escasos pasos de la Puerta del Sol, se alza una de las viviendas más singulares y cargadas de historia de Madrid: la conocida como casa estrecha de Calderón de la Barca. Este edificio, que hoy luce el número 61, destaca no solo por su fachada de apenas cuatro metros y 36 centímetros de ancho—lo que solo permitía un balcón por planta—sino porque fue el hogar del insigne dramaturgo Pedro Calderón de la Barca durante los últimos 18 años de su vida, hasta su fallecimiento en 1681.
Edificada a mediados del siglo XVII por el arquitecto Manuel del Olmo, la casa fue un encargo especial del Patronato Real de Legos, fundado por doña Inés de Riaño, abuela materna de Calderón. Su voluntad era que algún miembro de la familia residiera frente a la capellanía de la Iglesia del Salvador, y así fue como el escritor terminó habitando este peculiar inmueble, que además le permitió desempeñar su cargo de Capellán de Honor, distinción otorgada por Felipe IV.
Originalmente, la vivienda contaba con solo dos alturas, aunque en el siglo XIX, tras un intento de demolición, se añadieron dos plantas más gracias a la intervención del cronista Ramón de Mesonero Romanos. Este escritor y amigo de Calderón luchó incansablemente para evitar la desaparición del edificio, llegando incluso a hacer guardia una noche entera en la puerta y a solicitar el favor de la reina Isabel II.
Su perseverancia logró que el Ayuntamiento concediera el permiso para ampliar la casa en altura, pero mantener su diseño original, lo que ha permitido que llegue hasta nuestros días como un auténtico testimonio de la historia literaria y urbana de Madrid.
Las otras casas estrechas de Madrid
Aunque existen otras casas aún más estrechas en la ciudad—como la de San Vicente Ferrer 24, con solo 2,40 metros de ancho, o la de la calle Postas 6, con 3,12 metros—la de la calle Mayor 61 ostenta el honor de ser la más famosa y simbólica, por haber sido el refugio y último hogar de Calderón de la Barca, una de las figuras más universales del teatro español.
Hoy, la casa estrecha de Calderón es una rareza arquitectónica y un punto de peregrinación para curiosos y amantes de la literatura, que pueden contemplar la placa conmemorativa en su fachada y evocar, entre el bullicio de la ciudad, la vida y obra de uno de los grandes genios de las letras en español.