Las «bicicletas fantasma» son un tributo póstumo a los ciclistas que han perdido la vida en accidentes de tráfico.
Están pintadas de color blanco nuclear. Los pedales y las llantas también están bañados en pintura. Les faltan los frenos y todo apunta a que sus neumáticos no ruedan muy bien. Y aun así, ahí están, totalmente inservibles pero firmemente sujetas a una farola o a una valla. Son las «bicis fantasma» de Madrid.
Cada uno de estos vehículos evoca un momento atascado en el tiempo, el instante en que un ciclista murió arrollado por un conductor. Familiares y amigos las instalan allí donde sucedió el accidente fatal para que el recuerdo perdure en la memoria de Madrid.
Cada cierto tiempo reponen las flores secas y echan una mirada más al cartel con nombre propio que no nos permite olvidar.
La de las bicis blancas es una iniciativa importada a la capital desde 2010. Sus orígenes se remontan a 2003, cuando un holandés llamado Patrick van der Tuin ancló una bicicleta en Holly Hills Boulevard (St. Louis, Missouri) tras ser testigo de un atropello en pleno carril bici. Con los años, otras ciudades de otros países empezaron a imitar a van der Tuin.
Madrid tiene a día de hoy con cuatro bicicletas varadas, que se cuentan entre las 200 que pueblan el resto del país (en Barcelona, Valencia, Murcia o Girona). Son un homenaje a Matías, Mario, Óscar y a un chico de 14 años arrollado en Barajas.
Entre tantas bicicletas sujetas a postes, vallas y bancos de la calle, las bicicletas blancas se camuflan a pesar de su apariencia casi surrealista. Quien no conozca la historia podría pensar que son vehículos abandonados, o el último capricho de un artista conceptual de Malasaña.
Pero no. Las bicicletas fantasma encierran la historia de una vida truncada, finalizada cuando iba sobre dos ruedas. Como dijo el artista americano Jo Slota, que pintó 23 bicicletas rotas en San Francisco, las bicicletas blancas «se ven como muertas».
No están abandonadas ni aparcadas ahí por casualidad. Las bicis blancas tienen un dueño que nunca volverá a montar en ellas.
Fotos: Pedalibre