Porque la buena literatura también se bebe a pequeños sorbos, este plan te interesa.
Es una cata, pero no (solo) de vino. No es un club de lectura, pero huele a literatura. Es una cata de libros (o un book tasting, dependiendo de los sofisticados que nos hayamos levantado).
No se trata tanto de analizar las obras, sino de paladearlas. Aquí no encontrarás a ningún gafapasta con chaqueta de director de cine novel disertando sobre si Dostoievski era más de toalla o de albornoz. Aquí se viene a disfrutar en grupo de lo mismo que disfrutamos a solas en el metro, en el parque o en casa.
Televisión Española lo contaba así:
El objetivo es «sacar a la literatura del armario intelectual», decía Eitan Felner, el responsable del evento, a la revista Yorokobu. La idea nació hace tres años y aún mantiene su mismo mecanismo. Cada sesión gira en torno a un tema. Los asistentes deberán elegir un fragmento de una novela, ensayo, poema, obra de teatro, etc. que encaje con el tema elegido para la ocasión, siempre y cuando no sea más de una página.
Los temas varían en cada sesión y se fusionan con la atmósfera del lugar, que también va cambiando: una cata sobre literatura argentina maridada con vinos de la tierra de don Martín Caparrós; otra en el Museo del Prado sobre mitología griega con el legado de Velázquez o Tiziano como humilde espectador; o incluso una sobre literatura erótica en un sex shop.
La próxima cita será en La Latina y puedes reservar tu entrada en este enlace.