La C-5 es una de las líneas de cercanías más antiguas de la capital. Con el tiempo, ha conseguido modernizarse y convertirse en un medio imprescindible para garantizar un transporte ferroviario digno en la zona suroeste de Madrid. Ciudades tan pobladas como Alcorcón, Fuenlabrada, Móstoles o Leganés no tendrían conexión directa con Atocha, Embajadores y Méndez Álvaro al mismo tiempo si no fuera por ella.
Precisamente su conexión con intercambiadores esenciales de la ciudad tiene como consecuencia que sea una de las líneas de cercanías con más pasajeros diarios. Además, con su forma de ‘U’ da una vuelta de 45 km a la Comunidad de Madrid, siguiendo un modelo relativamente parecido al de la L6 de metro.
Normalmente tiene una frecuencia alta en horas puntas: por la mañana sus trenes pasan (si no hay incidencias) cada cuatro minutos, y por las tardes, cada seis u ocho. Los fines de semana, el tiempo de espera sube a 10 minutos. No mucho en comparación con líneas como la C-2, cuyos trenes suelen pasar cada 20 o 30 minutos en las horas valle.
Otro punto a favor de la C-5 lo encontramos en sus estaciones renovadas para ser más accesibles. Entre 2019 y 2023, Orcasitas, Atocha y Doce de Octubre se sometieron a remodelaciones que han mejorado sus infraestructuras y ampliado sus servicios para personas con movilidad reducida.
El Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana anunció en 2023 la reforma de Móstoles-El Soto, que lleva más de 40 años sin actualizarse. Esto supondrá la llegada de nuevos andenes, y con ello trenes más largos (de unos 200 metros), además de cuatro escaleras mecánicas y dos ascensores.
André Marques, creador de contenido ferroviario, asegura que la C-5 debería ser un ejemplo a seguir para las demás líneas de cercanías. El concepto de recorrido semicircular, con enlaces directos y rápidos entre estaciones, es sinónimo de servicio público eficiente y competitivo.