Siempre se habla del acento de la gente del sur y del norte de España, pero los madrileños, aunque sea “por lo bajini” y muy en secreto, también añoramos tener nuestro propio deje.
Pero… ¡Lo tenemos! El problema es que no nos damos cuenta hasta que nos echamos amigos de fuera. Hay ocasiones en las que incluso un español de cualquier otra parte de la península se queda con cara rara cuando escucha nuestros vocablos, así que imagínate como será para un extranjero, la cosa se complica.
Normalmente haces amigos foráneos en época Erasmus (ya sea porque tú sales fuera o porque ellos vienen), pero durante esos años te centras más en que aprendan a soltar tacos en los momentos menos adecuados que en enseñarles la riqueza de todo nuestro léxico. Seguro que le enseñaste dónde sirven las mejores croquetas o cuál es el mejor garito cuando el resto cierra, pero entre cerveza y cerveza, tu “guiri-amigo” sufrió el cachondeo del resto de madrileños al quedarse con cara de tonto cuando le decían que “déjate de tanta jeta y paga a pachas” o que el “jero” de su ligue quitaba hasta el hipo.
A pesar de ello, los años han pasado y sigues conservando esa bonita amistad internacional. La mejor prueba de ello es que tu amigo se ha atrevido a visitarte en pleno verano madrileño y sigue tan enamorado de la ciudad que incluso se plantea mudarse. Te toca volver a ayudarle (y puedes hacerlo por partida doble). En primer lugar, dile que hay esperanza en la búsqueda de piso y que lo más sencillo es a través de Uniplaces. Y en segundo, puedes enseñarle a sobrevivir en cualquier conversación entre madrileños a través de este diccionario realizado por la propia web de alojamiento.
Puede que al principio cueste decirle que un peluco es un reloj o qué un mini en realidad es un vaso de más de medio litro, pero al final, será él el que te diga qué ha encontrado una keli fetén.