Madrid es un gran escenario. Un lugar en el que todos venimos a performar nuestra mejor actuación: a estudiar esa carrera, a buscar aquel trabajo, a romper cada noche de bar en discoteca; a aprovechar hasta la última gota de cada evento cultural, social, gastronómico o anodino. En Madrid pasa absolutamente todo. Lo bueno, lo malo, lo mejor y lo peor. Pero siempre mantiene ese halo de resistencia ante la adversidad, una resiliencia imbatible.
El próximo 12 de julio, en este Madrid que amamos siempre y despreciamos en algún que otro momento, se celebrará la primera charla de la temporada de Fever Talks, conversaciones apasionadas conducidas por expertos que acercan grandes debates y situaciones al público. En un formato cercano, próximo, estas charlas tratan de fomentar la apertura, la sinceridad, la proximidad entre las personas involucradas. Como temática, «Empatía y resiliencia». Dos de las características que más pueden definir a Madrid.
«Madrid es una ciudad muy diversa. Me encanta estudiar a la gente en el transporte público: sus luchas, sus búsquedas, sus anhelos. Todos persiguiendo sus sueños. Me encanta vislumbrar sus historias con pequeñas interacciones y espiar sus comportamientos. Un actor es un ladrón de comportamientos y ¡en Madrid se ve de todo!». Quien habla es Eduardo del Olmo, actor y monologuista que presentará esta charla en «10 cosas que aprendí sobre el éxito y el fracaso».
Hace unos años, el actor Eduardo del Olmo se embarcó en una aventura al otro lado del Atlántico: con una beca Fullbright, pudo realizó una investigación en artes escénicas de la mano (y batuta) de Susan Batson. Batson, coach de actrices como Juliette Binoche, Lady Gaga o Nicole Kidman, basa su método actoral desde la verdad de la persona a la verdad del personaje. «Los actores caminamos sobre una capa de hielo muy fina… ¡en tacones! Necesitamos la empatía para ponernos en los zapatos de los personajes (los tacones) y la resiliencia para caminar sobre el hielo fino que es la profesión», comenta del Olmo en entrevista a Madrid Secreto.
Aplicando esta máxima y tras haber hecho teatro, televisión pero también dedicándose a la investigación y la docencia, presenta el próximo 12 de julio en el Palacio de la Prensa una velada para responder grandes preguntas: «Voy a compartir 10 estrategias que me han ayudado a surfear las mareas altas y las bajas, los éxitos y los fracasos. Todo con un tono desenfadado pero riguroso con los contenidos, con humor y estableciendo un diálogo con los asistentes para poder seguir creciendo juntos».
Ese «juntos» es la clave de Fever Talks. Aquí la conversación importa. Eduardo del Olmo planteará una decena de puntos a partir de los cuales crear un relato en torno a la empatía y la resiliencia. «Con el tiempo he aprendido a que mi trabajo es precisamente eso, un trabajo. Y en todos los trabajos hay una dosis de violencia. Después de varias marejadas, tsunamis, épocas soleadas y crudos inviernos, la experiencia me dice que todo pasa, que hay ciclos y que hay que navegarlos abrazando el misterio y conectándote con el core de lo que te gusta de la carrera, en mi caso, la narración de historias. También es importante labrar una identidad personal al margen del trabajo».
Esa narración de historias es el eje vertebrador de estas inspiradoras charlas. Por cierto, del Olmo nos adelanta tres claves básicas para construir esa resiliencia: usar el sentido del humor («es una estrella ninja de papiroflexia que convierte cualquier estercolero en un vergel»); cultivar la frugalidad («necesitar poco te da mucha libertad»); y ser un eterno aprendiz («abrazar la incertidumbre con espíritu de aventura y de estudio»).
El Madrid resiliente
Cuando preguntamos a Eduardo por esas cosas que tiene Madrid que le han ayudado en su desarrollo como actor, madrileño y viajero por el mundo, responde claramente: «¡Las escuelas de interpretación! ¡Los teatros! Los on, los off, ‘los uf’… ¡todos! Madrid es una ciudad muy acogedora y casi siempre da la bienvenida. Se dice que tus abuelos tienen que ser de Madrid para considerarse “gato” pero yo reclamo la categoría de “gato callejero” para todos».
Este felino encuentra su lugar feliz en La Latina, «nadar en la Cebada, tomar el sol en la Dalieda de San Francisco, pasear por el Rastro y descubrir restaurantes o comercios de decenas de países, perderse en las exposiciones de arte… Pero soy un gato que camina de puntillas por la ciudad entera».