Hace unos días visitamos El Reloj de Arena (C/ Joaquín Costa, 9) y la verdad es que nos gustó encontrarnos un local más informal por esa zona, ya que en ella abundan los restaurantes formales y no hay tantas opciones que sean menos “pomposas”.
Fuimos para cenar y como llegamos bastante temprano, el ambiente era muy afterwork, pero a medida que pasaba el tiempo se fue llenando de gente joven. Nos gustó mucho la sensación de tranquilidad y desconexión que (al menos a nosotras) nos transmitió el local. Un poco por la iluminación (tenue, pero no de las que te hacen forzar la vista) y sobre todo por la música (quien la haya elegido tiene un gusto exquisito), porque nada más entrar, comenzó a sonar La vie en rose de Neil Armstrong y eso nos conquistó.
El local es pequeño y con taburetes y mesas altas, por lo que os recomendamos ir pronto o reservar para no tener que estar esperando, aunque si os toca esperar, nos dimos cuenta de que tienen un revistero con bastante variedad. La verdad es que nos pareció bastante curioso y nos gustó.
Después pasamos a lo que más nos gusta: leer la carta. Bueno, en realidad lo que más nos gusta es lo que viene después de leerla, no os vamos a engañar. Aunque siempre nos cuesta decidirnos porque nuestra gula va por encima de la capacidad de nuestro estómago, así que esta vez agradecimos que la carta no fuese muy extensa. Tienen los platos de siempre, como callos con garbanzos o huevos rotos con jamón, pero también tienen otras opciones más originales así que optamos por los contrastes.
Empezamos por el provolone con tomate y jamón ibérico, que aunque estaba muy bueno y tenía mucho sabor, echamos en falta que estuviese algo más fundido. También pedimos unas patatas con mojo y la salsa nos encantó, porque tenía el toque justo de picante.
Luego pasamos a los platos principales y la verdad es que creemos que acertamos de lleno. Pedimos la burguer vegetal de queso de cabra con salsa de miel y nueces. No os dejéis engañar pensando que por ser vegetal no va a estar sabrosa, porque os equivocaréis. El contraste del queso (que está bastante suave para ser de cabra) con la salsa es increíble. También pedimos el secreto ibérico con cebolla caramelizada, que estaba muy jugoso y en su punto.
Pero lo que más nos gustó fue el foie con confitura de naranja. La presentación nos encantó, es muy original y hace que el plato te entre directamente por los ojos. Pero cuando lo pruebas te gusta aún más. El contraste del foie con la confitura de naranja y la tierra de trompetas de la muerte (setas) nos dejó sin palabras. La tierra de las setas tenía un sabor muy peculiar, tanto que al principio pensamos que era chocolate en lugar de setas. ¡Fue lo que más nos gustó!
Al llegar al final no preguntéis por la carta de postres, porque no hay. El chef prepara cada día uno distinto “según sea su estado de ánimo” así que suponemos que ese día estaba de buen humor por cómo estaba nuestra mousse de limón.
Las raciones no son abundantes, pero se ajustan a los precios (muy asequibles) muy bien. Lo ideal es pedir para compartir y que podáis probar toda la carta.
Dani, el encargado de El Reloj de Arena, nos contó que el nombre del local tiene mucho significado para él y para su socio, porque simboliza el trabajo que han llevado a cabo para poder llegar hasta donde están hoy. Grano a grano, paso a paso para conseguirlo.
Así que ya sabéis que no hace falta vestirse “con la ropa de los domingos” para comer bien por Nuevos Ministerios.