Coleccionar puede llegar a ser un arte en sí: la fijación por un objeto, la búsqueda, la historia detrás de este ítem, guardarlo, atesorarlo… Los artistas suelen ser coleccionistas de obras y piezas en los que encuentran inspiración o un relato que contar a través de sus creaciones. CaixaForum Madrid persigue esta idea en la exposición Dioses, magos y sabios. Las colecciones privadas de los artistas, abierta hasta el 20 de agosto.
En ella, se reúnen los objetos personales que hacen de estos artistas, coleccionistas. Encontraremos diez nombres, una decena de artistas que forman parte de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación «La Caixa»: Rosa Amorós, Miquel Barceló, Georg Baselitz, Luis Feito, Joan Hernández Pijuan, Manolo Millares, Joan Miró, Susana Solano, Hiroshi Sugimoto y Antoni Tàpies.
Pero más allá de observar por la mirilla y conocer qué es lo que llama la atención de los creadores, Dioses, magos y sabios también expone obras originales, esas en las que la influencia de la colección hace mella. Una forma de escarbar en los referentes del pasado y en las visiones de otras culturas que aportaron tanto en la visión de cada uno de los pintores, escultores y fotógrafos de la exposición.
De la colección personal a la obra artística
Las múltiples citas que el espectador leerá en el recorrido evidencia esta relación. Es el caso del pintor Antoni Tàpies: «Una vez que nos hemos acostumbrado a convivir con estos objetos de arte y sabiduría y una vez que aprendemos a «jugar», es decir, a educarnos con ellos, descubrimos que pueden tener una fuerza tan poderosa que llega a dar sentido a nuestra vida».
El propio Tàpies coleccionaba múltiples caligrafías orientales y rollos de pintura china cuyos colores, sombras, tonos y técnica, se pueden ver reflejadas en Gris con trazos negros, nº XXXIII. Lo mismo ocurre con las kachinas («títeres», figuras del pueblo indio) que atesoraban Luis Feito o Miró (aunque él no se consideraba coleccionista, más bien un «encontrador» de objetos siguiendo la corriente surrealista de los objets trouvés) cuyos colores y formas inspiraron las piezas para la obra teatral Mori el Merma.
La exposición viaja por el mundo objeto a objeto, trazando un mapa de inspiraciones que traslada al visitante desde las esculturas africanas de Baselitz a las Islas Canarias, con las cerámicas guanches que coleccionaba Manolo Millares, a los objetos religiosos y pagodas que sirvieron de punto de partida para la serie de Hiroshi Sugimoto que acoge la exposición.
Un mapa de musas y musos que se completa con la impactante colección de Rosa Amorós de piezas de África, Asia y el centro y el norte de América que, situada en una gran estantería, se entremezcla con sus propias esculturas; siguiendo este camino africano y asiático, se recopilan recuerdos de los viajes de Susana Solano; o de los objetos que Joan Hernández Pijuan recopilaba junto a su mujer (y que son un pastiche de culturas oceánicas, aborígenes australianas y africanas, chinas, fenicias…).
Pero también se mete en la intimidad del artista, como ocurre con las obras de Miquel Barceló, que remiten a ese taller en el que trabaja. Un lugar que se convierte en gabinete de curiosidades, se rodea de objetos, símbolos de toda índole. De objetos coleccionados que funcionan como ‘Dioses, magos y sabios’ para el arte.