La exposición de Juego de Tronos se amplía hasta el 19 de abril. Compra aquí tus entradas.
Que Juego de Tronos ha tenido el calado social de muy pocas (o de ninguna) series es constatable a través de varios hechos. Ejemplos: meses después del fin de su emisión, seguimos utilizándola como referencia cultural; sus diálogos han trascendido la ficción y los seguimos usando frecuentemente (“¿Qué le decimos a la muerte?”); y ahora hay en Madrid una exposición sobre la serie.
La exposición, que ha recibido más de 75.000 visitantes en apenas cinco meses, ha ampliado fechas y estará en Madrid (en el espacio 5.1 de IFEMA) hasta el 19 de abril. Nosotros hemos ido a verla y te traemos aquí una serie de razones por las que no te puedes perder una de las exposiciones estrella de la capital.
1. Porque es un homenaje
Dicho así (“porque es un homenaje”) sería difícil convencer a nadie. Pero es que la cuestión va mucho más allá. La exposición es un homenaje, sí, lo es para todas aquellas personas que participaron de la serie sin que todos los que la disfrutamos lo supiéramos. Atrezzo, vestuario o maquillaje. Detrás de estos aspectos hay personas sin las que el producto final sería inviable. Como un iceberg: el noventa y pico por ciento de las personas que hicieron posible la serie no son conocidas. Y esta exposición, de alguna forma, constituye un homenaje a toda esa gente.
2. Porque es como una página fandom de dimensiones reales
El árbol genealógico de los Targaryen, qué pinta Theon Greyjoy con los Stark o de dónde han salido los Hijos del Bosque. Todas estas cuestiones son preguntas que, de algún modo u otro, todos nos las hemos hecho mientras veíamos Juego de Tronos. La respuesta, en muchos casos, han sido las páginas fandom. Y así es como se puede entender la exposición: como una página fandom a tamaño real.
3. Porque todo elemento evoca algo
Como pequeñas magdalenas de Proust distribuidas por el espacio expositivo: las piedras que ponían en los ojos del finado en los velatorios, la mano de oro de Jaime Lannister o el broche de la mano del rey. Elementos, muchos de ellos, que se perdieron en nuestra memoria como lágrimas en la lluvia y que aparecen en la exposición para evocarnos recuerdos y hacernos ver lo bien que lo pasamos con Juego de Tronos.
4. Porque la ambientación es excelente
Sin hacer spoilers (porque los spoilers de exposiciones pueden fastidiar tanto como los de una serie): ya desde la misma entrada se palpa el trabajo que ha habido en el acto de ambientar el lugar. Tanto a nivel sonoro como lumínico como de atención al detalle, los diseñadores del espacio expositivo consiguen trasladarte a Poniente desde el minuto uno. Es más: uno diría que solo falta un huargo vivo dando vueltas por el espacio.
5. Porque es interactiva
La ruta por la exposición, el recorrido de la misma, no es simple, anodina y contemplativa. De hecho, todo lo contrario: hay espadas que asir, fondos sobre los que hacerse fotos y (sorpresa) existe la posibilidad de meter tu cara entre los rostros de la sala de los rostros.
6. Porque reparas en la importancia del vestuario
El vestuario (y otros muchos factores) dicen tanto de un personaje como un dialogo. La exposición sirve para reparar (o rereparar) en algo fundamental: el vestuario constituye una parte fundamental del subtexto. Tan importante es y tantos matices tiene, por ejemplo, una joya (con especial atención a las de Daenerys) como un gesto facial.
7. Porque está la joya de la corona
Lo que la piedra filosofal es al primer libro de la saga de Harry Potter o lo que el anillo es a la de El Señor de los anillos. No tendría sentido la exposición (o no tendría tanto sentido) si no estuviera el elemento que desencadena todas las tramas de la serie. Señoras y señores, con todos ustedes: el trono de hierro.