El cronómetro marcaba que tan solo quedaban 30 segundos. ¡30 segundos para evitar que los zombies nos comiesen vivos y salvar la humanidad! Podíamos evitar una catástrofe mundial. Estaba en nuestras manos, pero…
Si queréis saber cómo nos acabamos convirtiendo en cena de zombies, seguid leyendo.
Nuestra aventura mortal comenzó con el cumpleaños de Paula, también conocida como Morticia, ya que nuestra amiga tiene una predilección obsesiva por todo aquello relacionado con la brujería, los vampiros y los apocalipsis zombies. Sus amigos, que hemos sufrido sus tediosas divagaciones de The Walking Dead, teníamos en mente regalarle una planta carnívora hasta que alguien tuvo una idea tan brillante como aterradora: llevarla a una actividad de escapismo ambientada en un laboratorio zombie.
Personalmente, sufro de claustrofobia y me asusto hasta con los Gremlins, así que como comprenderéis, cuando me encontraba delante de la puerta de Fox in a Box (C/ Infantas, 25) el que parecía un muerto viviente era yo.
Y peor me puse cuando los chicos de Fox in a Box nos dijeron que teníamos 60 minutos para escapar: solo una hora para investigar en un laboratorio secreto la mezcla perfecta capaz de detener una catástrofe mundial. Por si fuera poco, ¡yo soy de letras!
Nos pusimos las batas de científicos y sin mirar atrás, entramos en el Laboratorio Zombie. Podríamos deciros lo que vimos allí, pero no hay forma de expresar el aura de terror que invadía la sala. Por no hablar de los zombies, que nos miraban de la misma forma en la que yo miro una pizza cuatro quesos.
Para algunos de mis amigos los come-cerebros eran una inyección de adrenalina. Sin embargo, mi capacidad de concentración no era del todo buena cuando pensaba que me podía convertir en su cena. ¡Y ojo! Tenéis que trabajar en equipo (los grupos pueden ser desde dos hasta seis personas) si queréis salir con vida de Fox in a Box.
No os diremos nada más porque queremos que sintáis el mismo pánico que recorrió nuestras venas. Tan solo podemos deciros que fracasamos en nuestro objetivo, pero triunfamos en el regalo: nunca habíamos visto a nuestra amiga tan eufórica. Parecía que había salido de una Guerra Zombie real.
Al salir del reto mental nos comentaron que el Laboratorio Zombie era la opción de escapismo más cañera. Pocas personas son las que consiguen salir antes de tiempo, así que no os preocupéis si no alcanzáis vuestro objetivo. Además os revelaré un secreto: los muertos vivientes no son de verdad.
Antes de irnos nos recomendaron su otra sala de escape: ‘El búnker de la Guerra Fría’, en la que te metes en la piel de un agente secreto que tiene 60 minutos para evitar que se desate una guerra nuclear. De hecho, es curioso porque se trata de un búnker real usado en la Guerra Civil Española. ¿Y sabéis qué es lo mejor de todo? ¡No hay zombies que amenacen con devorarte!