Jon Nieve no sabe nada, Forrest Gump nunca sabe qué le depara la vida (ni una caja de bombones), pero cada vez que salen de fiesta mis amigas sé perfectamente que puede pasar de todo. Y por “todo” no me refiero a una simple resaca de las que se curan con la B12 o el clásico amanecer desayunando churros. Hablo de fiestas en las que han salido sin ganas y se han ido a ver una puesta de sol desde la Acrópolis de Atenas disfrazadas de musas.
Antes de nada hay que aclarar que soy el viejoven del grupo o dicho de otra forma, la única persona del grupo que no sabe qué es una resaca desde hace tiempo. Probablemente tú seas como yo: hace unos años cerrabas las discotecas y ahora lo único que cierras son las ventanas del ordenador.
En cambio, mis amigas son de las que quedan para echar unas cañas y acaban de madrugada cantando Un año más en la Puerta del Sol. Tú también tendrás esta clase de amistades, pero estoy seguro que las tuyas tienen un repertorio musical más actualizado y nunca han llegado a perder el control como las mías.
Podría ir al grano y contarte cómo acabó la noche, pero quiero que sepas lo que me perdí por decir “no” a una fiesta. Cuando termines de leer esto aprenderás que nunca hay que rechazar ningún plan de fiesta que te propongan:
20 horas de La Noche: comienzan los mensajes de Whatsapp en el grupo “Lo que la B12 se llevó??????” (que conste que yo no puse el nombre). Sugiero un plan tranqui porque estoy algo cansado del trabajo, pero la respuesta más agradable que me llevo es “?”. ¿Tú crees que me merecía esa respuesta?
Al final pasan de mí y quedan para tomar unas cañas en un bar de mala muerte del centro. Paso del plan, les digo que disfruten su noche de chicas. Respuesta: lo próximo será la dentadura y ver el programa de la Campos. ¿Simpáticas, verdad?
22 horas de La Noche: acompañado de una pizza familiar (sí, para un comensal, no me juzgues), intento ver el nuevo reality de citas de humanos con robots, pero el puñetero grupo de WhatsApp se interpone en mi objetivo. Las chicas no paran de mandar fotos con cañas de cerveza y caras de tristeza con mensajes del tipo “Nos falta el abuelo”. Silencio el grupo.
23 horas de La Noche: el reality me aburre. Miro el grupo y ya van por la tercera ronda de gin-tonics. Y todavía no han empezado con el TGV. Por si no lo sabes, esto es una combinación explosiva de tequila, ginebra y vodka en un trago. Te recomendaría antes un chupito de cianuro.
00 horas de La Noche: mandan fotos con el chupito de TGV. Mañana no van a saber ni cómo se llaman. ¿Te dan envidia? Vale, sí, un poco, sobre todo sabiendo lo que está por llegar.
02 horas de La Noche: han tenido la genial idea de contratar un stripper y me preguntan si sé de algún lugar que no estén mal de precio. ¡Cómo si se fueran a comprar un móvil! No sé si alguna vez has presenciado un espectáculo así, pero créeme que te lo pensarás dos veces en el futuro.
04 horas de La Noche: la fase de mi sueño REM se fastidia cuando me llaman cinco veces seguidas. Miro el WhatsApp y veo “AYUDA ??”. No entiendo nada. Las llamo y me preguntan si puedo recoger un “paquete” en su casa. Cuelgo. Vuelven a llamar. Me dicen que el paquete es el cadáver del stripper al que han matado accidentalmente. Definitivamente, esta vez se les ha ido de las manos.
04 horas de La Noche: la fase de mi sueño REM se fastidia cuando me llaman cinco veces seguidas. Miro el WhatsApp y veo “AYUDA ??”. No entiendo nada. Las llamo y me preguntan si puedo recoger un “paquete” en su casa. Cuelgo. Vuelven a llamar. Me dicen que el paquete es el cadáver del stripper al que han matado accidentalmente. Definitivamente, esta vez se les ha ido de las manos.