La fotografía recibió de pleno el rechazo de los artistas cuando todavía era una recién nacida. Sus posibilidades creativas fueron desechadas sin el menor asomo de duda. ¿Cómo podría siquiera equipararse la imagen mecánica al trazo humano plasmado en un cuadro? La cámara revolucionó el mundo, pero al principio no franqueó la frontera del arte.
Estudios, talleres y mentes se mantuvieron cerrados al invento hasta la irrupción del Impresionismo en la pintura. Manet, Monet, Degas y los suyos sí anhelaron empaparse de fotografía. Y los fotógrafos de su tiempo, le pesase a quien le pesase, se morían por nutrirse del arte pictórico.
Los impresionistas y la fotografía es la exposición temporal del Museo Thyssen-Bornemisza donde pintura impresionista y fotografía entablan un diálogo amistoso. Este trabajo de contraposición de imágenes prueba que ambas artes tomaron contacto y se influyeron la una a la otra durante la segunda mitad del siglo XIX.
La muestra recopila 66 óleos y obras sobre papel y más de 100 fotografías que, situadas de forma calculada, revelan la comunicación fluida que se estableció entre pintores y fotógrafos. Las piezas están repartidas en nueve áreas temáticas que coinciden con los motivos visuales pintados y retratados en aquella época.
Los lienzos de los impresionistas y las fotografías decimonónicas guardan similitudes, intenciones creativas y códigos visuales que el museo se ha esforzado en subrayar. En los cuadros de Degas y en las fotos de Muybridge está presente la misma preocupación por el instante, una intención idéntica de cazar un pedazo de realidad antes de que se escape. Los bosques de Pissarro y Cuvelier se enmarcan en encuadres asimétricos, fragmentados y coloreados por un mismo efecto de luz.
Los familiares de Bazille posaron para el lienzo como si miraran al objetivo de la cámara, un traspaso brutal de la cuarta pared que hasta entonces imperaba en el paisaje pictórico. Y fotógrafos como Quinet experimentaron con la profundidad de campo para imitar la pincelada fugaz de Monet cuando pintaba escenas al aire libre.
Esta relación, inimaginable en su origen, se tornó tan íntima que los pintores se dejaron inmortalizar y los fotógrafos cogieron el lápiz. Desde que las dos artes estrecharan lazos, las fotografías se volvieron un poco más pictóricas y las pinturas, algo más fotográficas.
‘Los impresionistas y la fotografía’ podrá visitarse en el museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8) entre el 15 de octubre de 2019 y el 26 de enero de 2020.
Consigue aquí tu entrada para ver la exposición en el museo Thyssen-Bornemisza.
Foto de portada: ‘Bailarina basculando’. Edgar Degas | ‘Mujer bailando’. Eadweard Muybridge