
No tiraremos de tópicos naturalistas, ni a la figura del anacoreta que se escapa al bosque para huir de la espiral de vida precaria y consumista. Al bosque se puede ir por muchos motivos y cada uno tiene el suyo. También habrá quien sin cemento alrededor no sepa muy bien cómo comportarse; este artículo no es para ellos.
Bosque de la Herrería
Muy cerca de San Lorenzo del Escorial, es quizá uno de los bosques más concurridos de la comunidad de Madrid. La leyenda apócrifa cuenta que desde la llamada silla de Felipe II, un banco cincelado sobre la piedra, el monarca supervisaba el estado de las obras de su palacio. Las vistas, como puedes imaginarte, son impresionantes.

Bosque de Finlandia en Rascafría
Con lago helado en invierno incluido, la estampa en invierno de este paraje es espectacular. Tanto que cuesta creer que sea España. Una vez desaparece la nieve, la estampa primaveral sigue siendo también impresionante en este paraje al noreste de la región.
Dehesa de la Hiruela

Castañar de El Tiemblo
Sus castañas generan un mayor tráfico de visitantes en otoño aunque el resto del año merece igualmente la pena. Se encuentra a tan solo una hora de Madrid y, lamentablemente, el acceso al parque está tasado con una tarifa durante época de castañas (no sabemos el resto del año).

Valle de Lozoya
Ya os hablamos en su día del tejo milenario que corona este entorno, el ser vivo más longevo de Madrid, pero no es el único atractivo de la zona. También hay infinidad de sendas para caminar o montar en bici.

Hayedo de Montejo
En este Espacio Natural Protegido, perteneciente al municipio de Montejo de la Sierra, hay que reservar para acceder y las visitas son guiadas, lo que le resta sin duda atractivo a lo que debería ser naturaleza pura.
Abedular de Canencia
Este imponente bosque de abedules, amén de otros muchos árboles, se encuentra en el Puerto de Canencia, de camino a la Sierra de Madrid. Visitarlo en verano se agradece y cuenta con una ruta de 12 kilómetros.