Madrid está recuperando uno de sus edificios más emblemáticos y premiados del siglo XX: el Pabellón de los Hexágonos, ubicado en la Casa de Campo y construido inicialmente para la Exposición Universal de Bruselas de 1958, donde ganó la medalla de oro superando al famoso Atomium. El pabellón fue desmontado y trasladado a Madrid en 1959, adaptándose a su nuevo entorno con su estructura modular formada por más de 130 hexágonos, que funcionan como paraguas invertidos que unen cubierta, estructura y sistema de drenaje.
Después de décadas parcialmente abandonado, el Pabellón está en proceso de una restauración integral que comenzó en 2020. La primera fase, finalizada en 2021 tras una inversión de 1,3 millones de euros, recuperó más de 3.000 m², incluyendo el acceso principal y el atrio. Actualmente, el Ministerio de Cultura, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), realiza la segunda fase con un presupuesto de 2,5 millones y un plazo de ejecución de 15 meses. Este trabajo está centrado en finalizar la restauración de la estructura, las fachadas, carpinterías y saneamiento.
Un icono arquitectónico que ahora se recupera en Madrid
Una tercera etapa que gestionará el Ayuntamiento de Madrid estará dedicada a dotar al edificio de instalaciones para su uso cultural, incluyendo el acondicionamiento del suelo y equipamientos. Se espera que a partir de 2027 el Pabellón de los Hexágonos abra sus puertas como espacio museístico y cultural, convirtiéndose en un icono renovado de la arquitectura moderna en la capital.
El alcalde José Luis Martínez-Almeida ha subrayado la importancia de esta intervención dentro de un ambicioso programa de restauración del patrimonio histórico madrileño que incluye otros hitos como la Puerta de Alcalá, el Frontón Beti Jai o la fuente de Neptuno. Considera el Pabellón un “lugar emblemático” y “un tesoro escondido entre la naturaleza” que pronto podrá visitarse plenamente, acercando al público una joya arquitectónica hasta ahora poco accesible.
El Pabellón de los Hexágonos no solo representa un icono histórico, sino también una pieza clave para entender la serie de ferias y exposiciones que transformaron la Casa de Campo entre los años 50 y 70, cuando Madrid capitalizó el desarrollo urbano, cultural y tecnológico de la posguerra mediante estas manifestaciones temporales.