Una posible respuesta sería “no salir de casa”, pero…por mucho que nos guste Madrid, en esta época estamos deseando escapar de la ciudad. Seréis muy afortunados si vuestra escapada madrileña no viene acompañada de niños, porque entonces, 10 minutos de atasco se convertirán en un auténtico infierno. ¿Cuántas de estas situaciones habéis vivido?
- Negación: “seguro que más adelante no hay atasco”, “esto en cinco minutos empieza a fluir”…no quieres aceptar que te ha tocado, incluso habiendo madrugado.
- Maldición: una vez pasados 20 minutos (porque de ahí para atrás puedes sentirte afortunado) empiezas a recordar a toda la familia del causante del atasco.
- Desesperación: lo más común es que venga acompañada de pitorradas sin sentido. Y digo sin sentido porque por más que pites no vas a moverte antes del sitio.
- Agresividad: cuando intentas cambiar de carril (porque crees que el otro va más rápido) y el coche de delante se cuela, empiezas a hacerle la peineta (como mínimo) o a bajar la ventana y a concederle tus mejores deseos.
- Bipolaridad: justo cuando acabas de echar el conjuro al que te ha adelantado, subes la ventanilla y les dices a tus acompañantes que tengan paciencia.
- Momento musical: subes las ventanillas, respiras hondo y pones la música alta para intentar evadirte…pero de repente empiezan a sonar éxitos de la época de tus padres.
- Hacer amigos: si el atasco se alarga mucho más de lo nunca deseado, puede que acabes saliendo del coche y haciéndote amigo del que 10 minutos antes maldecían.
- Necesidades:…fisiológicas. Todo el mundo sabe que te entrarán unas ganas terribles de ir al baño justo en el punto de la carretera en el que no puedas bajar del coche.
- Whatsappear: se te han gastado las vidas del candy crush, has revisado facebook tres veces y tus amigos no contestan, así que te pones a escribir a media lista de contactos para buscar entretenimiento.
- Aceptación: después de pasar por alguna (o todas) las fases anteriores, aceptas que te ha tocado el atasco de lleno y que lo único que te queda es tomártelo con humor.