Madrid necesitaba un Paraíso más que nunca. Madrid añoraba un lugar con espacio para fluir, bailar y relajarse. Las puertas del edén de la electrónica se volvieron a abrir el pasado viernes para reunir a los amantes de este género en una ceremonia de dos días. Hacemos repaso de algunos momentos clave.
1. El compromiso
Hablamos de ceremonia porque, literalmente, Paraíso Festival se casó con la electrónica. El oficiante de la boda fue La Juan Gallery que vistió a un grupo de novias, novios y novies para dar el sí quiero en pleno festival. Si Tracey Emin se casó con una roca, Paraíso Festival te casa con el techno.
2. La protesta
Una vez bendecidos, toca la gran fiesta. La apertura del escenario Club con Charlotte Adigéry & Bolis Pupul fue el mejor de los inicios: una reivindicación y un grito contra el racismo, la apropiación cultural y todo lo que huela a colonialismo. Eso sí, un grito bailable, de ritmos tropicales a experimentales, incluso electro pop por momentos. Porque en el Paraíso también hay espacio para la reflexión.
3. El vicio
Unas horas más tarde, en el mismo escenario. apareció la diva: ShyGirl. Una presencia arrolladora para un concierto lleno de hits y de fuego. Los beats de Blane Muise nacieron en el underground británico para poco a poco generar una brutal atracción entre grandes de la industria musical. Así, ha firmado temas con FKA Twigs o Lady Gaga y una de sus colaboraciones con Sega Bodega fue hilo musical de un anuncio de Fenty Beauty, la marca de cosmética de Rihanna. ShyGirl no tiene nada de timidez y nos hizo bajar a las profundidades más oscuras con temas como ‘Slime’ para dejarnos con ganas de bailar más con la impresionante ‘Cleo’.
4. La tortilla
Depaart no pueden faltar. Volamos al recoleto escenario Nido para notar cómo el pecho vibra con los graves y los sintes del duo formado por Guille Marraco y Fran Zaragoza. Ambos son sinónimo de las noches de electrónica de Madrid, con sus fiestas Tortilla y Fluido. Ambos son parte indisoluble del Madrid de los beats.
5. Lo urbano
Cómo nos hizo disfrutar Chico Blanco, con un concierto vibrante, divertido, por momentos trap, por momentos house ¡y que viva el autotune! Aunó a todos los bailongos del escenario Club en ‘WTF Is In My Cup’ e hizo la mejor bienvenida a la segunda jornada de festival que se le podía dar.
6. El aturuxo
El escenario Jardín se quedó pequeño para el furor que causó Baiuca el sábado. Escuchar una pandereitada, ver bailar una muñeira y escuchar aturuxos en pleno Paraíso fue catártico. Cualquiera podría haber señalado a los gallegos de entre la audiencia, que se desgañitaban imitando los aturuxos y cantando eso de “Eu tamén choro, eu tamén choro, cando non me alumean, meu ben, eses teus ollos…”. Orgullo galego nivel épico.
8. El revival
DJ Seinfeld llegó a Paraíso casi por sorpresa. Días antes del festival, se anunciaba la cancelación de la pinchada de TSHA que, por las huelgas ferroviarias en Inglaterra, no podía trasladarse desde el Festival de Glastonbury al Paraíso. Pero Seinfeld llegó y arrasó. Incluso se atrevió a hacernos cantar a viva voz con el remix de Nelly Furtado. Atrevido él, contentos nosotros. TSHA se lo pierde.
9. El orgullo
Si hay algo que nos puede, es ver triunfar a aquellos que llevamos años siguiendo. Más, sin son de la casa. Es lo que ocurrió el sábado, a la hora mágica, esa 1 de la madrugada con la que dimos la bienvenida al domingo. John Talabot B2B Pional ofrecieron un set de no parar de bailar, de ascendernos a lo más alto, hacernos tocar el cielo y luego bajar a las profundidades con los graves para volver a subir cuando ellos querían. Hicieron lo que quisieron con nosotros, orquestando una fantasía mayúscula. Y tan elegante. Casi al final de la actuación pudimos ver cómo algunos fans subieron al cielo de Madrid en los que parecía un castell improvisado. Que vuelvan siempre. Que no dejen de hacernos subir.
10. El baile definitivo
El final del Paraíso fue un triple acierto. Flaca en el Nido, Seth Troxler en el Club y un Ben UFO en el escenario Jardín absolutamente pletórico. El sábado se hizo corto, brevísimo. El cuerpo pedía más… Pero tocó despedirnos del Paraíso, dejar que cerrasen las puertas del edén. Curiosamente, al salir, muchos ‘paradisers’ se quedaron embobados mirando al cielo. La luna estaba como nunca, pequeña, pequeñísima, menguante. Pero preciosa y brillante. Una despedida perfecta dejando el camino abierto a la edición del año que viene.
Y recordad. Lo que ocurre en el Paraíso, se queda en el Paraíso. ¡Hasta 2023!