Es de conocimiento general los procedimientos de implantación de recuerdos de diversas empresas, sobre todo de la más conocida: Rekall.
Si bien hay muchos clientes satisfechos con los resultados y una tasa de éxito del 98,7%, la oferta de estos servicios nos plantea muchas cuestiones morales. Diversos estudios científicos han asegurado la fiabilidad de la modificación mental para la implantación de recuerdos, aseverando que es una práctica muy segura e indolora. No obstante, alejándonos del ámbito médico y técnico, ciertos sectores de la población se plantea la moralidad de dichas prácticas.
El filósofo y sociólogo Frank Lebowski reflexiona sobre el tema, esbozando una cuestión: “Cuando se realiza un procedimiento en que se cambia deliberadamente una realidad en la mente, ¿qué es real y qué es falso? El paciente toma como verdadera una realidad implantada, por lo que la visión de esa persona varía por completo”. Según Lebowski “jugar con la mente de las personas es una conducta muy peliaguda, ya que se juega a ser Dios. Nunca se sabe las repercusiones que pueden tener ni cómo van a afectar a dicha persona a lo largo de su vida”.
De igual modo, “esta modificación en el hipocampo del cerebro supone una cuestión moral con respecto a los usos de dicha práctica: si estos procedimientos pueden ser llevados en busca del entretenimiento, ¿por qué no van a ser utilizados para motivos estratégicos?”, nos plantea Lebowski. “Es decir, estas prácticas podrían ser llevadas a cabo por fuerzas militares o bandos contrarios únicamente por motivos propios, e incluso podríamos dudar hasta de nuestra propia memoria y de si ha sido modificada alguna vez en la vida”, determina el sociólogo.
Con estas declaraciones, surge la gran pregunta: ¿Son los recuerdos implantados una innovación tecnológica que alabar o que temer?
* Este contenido es ficticio y forma parte de la experiencia inmersiva de Desafío Total.