En 2020, Iker Casillas jugó para ganar. Pero no en el campo de fútbol, sino en una avenida de Navalacruz: el pueblo de la Sierra de Gredos que vio crecer al deportista. Allí abrió, sin miedo a la pandemia, un restaurante junto a su primo —y actual regente del negocio— Diego Casillas, un joven ambicioso con mucho recorrido en el mundo de la hostelería.
El Bar Restaurante Casillas ofrece platos selectos de la gastronomía abulense, en honor a las raíces de la familia que inauguró la casa, así como propuestas únicas que mezclan sabores de la tierra con otros más internacionales.
La cocina de influencia tradicional no suele decepcionar, y menos cuando se prepara con materias primas de calidad, como en este caso. Muchos famosos como el influencer Pablo Cabezali (alias Cenando con Pablo) o Alejandro Sanz han viajado a Gredos para probar su carta, que tiene precios muy competitivos (más si valoramos que el negocio pertenece a uno de los exporteros más famosos de España). Se puede comer o cenar allí por unos 30€.
Los mejores platos del restaurante
La extensa carta del local brilla por su apartado de carnes, en el que encontramos el famoso chuletón de Ávila (32€ el kilo); cachopo de secreto (25€); solomillo de vaca (29€) y hasta opciones con un toque japonés, como Buta No Kakuni (panceta de cerdo glaseada y pasta aliñada con miso). También el capítulo de hamburguesas tiene su público. Las hay de picadillo con huevo frito y queso azul (12€); de cerdo con salsa chipotle y barbacoa (13€) e incluso de chuletón (17€).
En cuanto a los postres, destacan las tartas caseras (cada porción vale 6,5€). Tenemos de cuatro quesos, la favorita de Pablo Cabezali; chocolate con avellanas y varias especiales. Entre estas últimas, las más aclamadas son una de galletas Dinosaurus y otra de Nutella, que suelen estar agotadas.
Un sueño hecho realidad
Antes de abrir el Bar Restaurante Casillas, Diego fantaseaba con la idea de tener su propio negocio. «Ha sido vocación desde pequeño» —explicó el primo del exfutbolista para el programa Ávila Auténtica—. «Me puse a estudiar dirección de cocina y a trabajar mientras tanto en un restaurante de Ávila. Me di cuenta de que este mundo me apasionaba. Luego estuve trabajando en un restaurante japonés de Madrid. Mis platos orientales vienen de ahí».
Ahora este lugar da vida a un pueblo con menos de 300 habitantes, en el que no había apenas sitios para tomar algo fuera de casa. No es raro ver a miembros de la familia Casillas (incluido en propio Iker) organizando un festín en el local, que está a unos 140 kilómetros de Madrid (una hora y media en coche).