En los últimos años, la disciplina de usar la piel como lienzo ha terminado por convencer a los más escépticos. La práctica del tatuaje ya forma parte de la historia del arte y esta rompedora exposición, inaugurada el pasado diciembre en CaixaForum, retrata este oficio milenario que ha permitido, entre otras cosas, el intercambio entre diversas culturas y sociedades como fenómeno internacional de la creación artística.
Desde el 2 de diciembre, y hasta el 17 de abril de 2022, Tattoo. Arte bajo la piel, una exposición pionera y colosal en torno al tatuaje, aterriza en CaixaForum Madrid.
Se trata de una compilación de más de 240 piezas históricas y contemporáneas, un viaje por la geografía a través del recorrido de la muestra. Desde fotografías a bustos y objetos elaborados por artistas de países como Japón, Estados Unidos, Francia, Suiza y Polinesia que, a lo largo de más de 5.000 años, han dejado huella de esta legendaria práctica artística.
Entre todos esos cientos de pinturas, dibujos, herramientas, imágenes, libros, máscaras o sellos y audiovisuales, el visitante dará un ‘paseo geográfico’ por la historia del tatuaje como símbolo espiritual, como reivindicación política, referencia urbana o incluso como inquietante signo de la mafia japonesa. Un gesto artístico que por primera vez es reconocido en un museo de España.
Un enfoque inédito y pionero que recuerda que esta práctica a sigue siendo, en muchos lugares del planeta, una actividad condenada a la represión y la censura. Y, a su vez, el boom del tatuaje se traduce en que, hoy en día, el 12% de los ciudadanos europeos han marcado, al menos una vez en su vida, su cuerpo con tinta permanente.
Producida y organizada por el Musée du Quai Branly – Jaques Chirac de París y la Fundación La Caixa, la exposición se adentra en la historia de esta práctica ancestral que ha resurgido como fenómeno social en los últimos 20 años y desde una perspectiva antropológica cuidada y respetuosa.
Tatuadores (y tatuados) hubo siempre. Y este paseo histórico y geográfico da cuenta de ello con referencias incuestionables como la tatuadora filipina Whang-od Oggay, de 104 años, una de las últimas artistas en emplear el batok (tatuaje tradicional hecho a mano).
Además, el visitante podrá pasear entre una veintena de siluetas hiperrealistas tatuadas con tinta y diseñadas ex profeso por artistas como Horiyoshi III, Filip Leu, Mark Kopua, Kari Barba, Jee Sayalero y la madrileña Laura Juan, cuya obra orbita en torno el aislamiento social durante la pandemia.
En paralelo a la muestra, CaixaForum ha programado una serie de actividades que completan la exposición como visitas guiadas, comentadas para grupos, recorridos para los más jóvenes y conferencias que tratan la subversión y censura de esta disciplina, otra que gira en torno al tatuaje como reparador psicológico o la que aborda el lado más oscuro de esta práctica: el criminal.