Hace unos días nos cogimos un taxi del que no tuvimos ninguna prisa por bajar. Le dijimos al conductor que nos dejábamos guiar y acabamos viajando en Taxi a Manhattan (C/ Basílica, 17).
Pasamos por el SoHo, Chinatown, Little Italy o Brooklyn y es que este restaurante recoge varios barrios de la ciudad de los rascacielos. Por desgracia para nosotros, ese día llovió y no pudimos disfrutar de su terraza exterior, aunque quedamos maravillados con el interior, que cuenta con un jardín vertical precioso.
Después de eso, le dijimos al taxista que fuese directo al grano. Pasamos por la cocina (la cual está a la vista de todos) y empezamos a salivar.
La carta (nos gustó mucho que simulara una tablet) cuenta con 43 platos, así que imaginad lo difícil que es elegir, por lo que nosotros preferimos dejarnos aconsejar y empezamos con un Long Island para abrir el apetito y a partir de ahí todo fue sobre ruedas.
Hicimos paradas en los lugares más destacados de cada barrio y la verdad es que somos incapaces de decir cuál fue nuestra zona favorita, porque salimos encantados de todas.
La primera parada vino con un trío de hummus (clásico, con pimientos y de berenjena) con falafel y pan de pita crujiente. La cosa prometía. Luego nos sorprendimos con la ensalada de lingote de sandía marinada en cava con ventresca de atún (muy recomendable para los que no sean fans de las ensaladas, ya que ésta hará que empiecen a gustarles). También tomamos sus rollitos de primavera (de los mejores que hemos probado) preparados con su estilo personal, con pato confitado y noodles, ¡éxito asegurado si los pedís!
Aunque tienen un apartado dedicado al maravilloso arte de comer con las manos, nosotros no pudimos tomarnos su quesadilla Surf & Turf con ellas, porque la irresistible capa de queso que las cubría nos lo impedía. Iban rellenas de ternera guisada y gambas salteadas. Ya sabéis, imposible que algo así esté malo…
El siguiente plato parecía sacado directamente de esas cuentas de vídeos gastronómicos que circulan por las redes. Sus mac & cheese (acompañados de pulled pork guisado en salsa barbacoa) eran una bomba irresistible. Aún nos lamentamos de no haber podido acabar con todo el plato, pero… ¡Queríamos probar más cosas!
El lomo de salmón fresco con trigueros y pak choi no tenía nada que envidiarle a ningún chuletón. El toque dulce del sirope de arce era irresistible… Después probamos el que se convirtió en nuestro plato favorito: la milhojas de crujiente de ternera marinada en salsa bulldog (a base de verduras y fruta). La suavidad de la carne, la base crujiente y la salsa casaban a la perfección. ¡Menudo trío!
Nuestro viaje casi llega a su destino con la ternera al estilo Sichuan (preparada al wok con setas Shitake, verduras y salsa de ostras) y con el costillar cocinado a baja temperatura macerado con salsa Bourbon apeoirfjalñksdfa (perdonad, ha caído saliva al teclado).
El viaje terminó con el cherry pie, un pastel casero de cerezas con crema chantilly cuya receta viene directamente de la serie Twin Peaks. ¡Menudo final!
Salimos encantados… ¡Y a rebosar! Pero por si no os habéis dado cuenta, en Taxi a Manhattan tienen el “síndrome abuela”. Es decir, les gusta que comas bien, tal y como nos dijo Fernando, director del restaurante.
Nuestra recomendación es que vayáis en grupos grandes para que podáis probar más cosas, aunque también tienen un menú del día por 12€ que hará que tampoco queráis bajar del taxi.