El castillo de Manzanares El Real, antigua residencia de los Duques del Infantado, es una de las fortalezas más visitadas de Madrid: ha recibido a más de 400.000 personas en los últimos cuatro años. Al finalizar su periodo de restauraciones entre los años setenta y ochenta, Madrid abrió el monumento al público de forma permanente, convirtiéndolo en un símbolo de la región.
Más de cuarenta años después de que el castillo abriese por primera vez sus puertas a visitantes de todo el mundo, el Ayuntamiento de Manzanares El Real ha informado de que el monumento ha cerrado temporalmente al público.
El repentino cierre ha sido la consecuencia de un problema de licencias. Tras vencer el contrato de arrendamiento que cedía la gestión del castillo a la Comunidad de Madrid, Almudena de Arteaga y del Alcázar, duquesa del Infantado y legítima propietaria, se convierte en la nueva gestora del monumento manzanariego.
Al tratarse de un bien patrimonial, el plan inicial de la duquesa era mantener las visitas al castillo. Sin embargo, el Ayuntamiento de Manzanares El Real ha explicado que la Comunidad de Madrid estaba realizando las actividades turísticas «sin ninguna licencia». Aunque esto es factible para una administración pública, el consistorio ha declarado que también «dificulta la continuidad de apertura del castillo» al cambiar de manos.
El Ayuntamiento ha lanzado un mensaje de esperanza a la población de Manzanares, asegurando que «está plenamente comprometido con la reapertura del castillo» (que necesita además la implicación de la nueva propietaria y de la Comunidad de Madrid).
Importancia histórica del castillo
El I Duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza y Figueroa, mandó construir el castillo de Manzanares El Real a mediados del siglo XV. El edificio simboliza el poder de la Casa de Mendoza, una de las más influyentes de Castilla por su vinculación con los Reyes Católicos. Su particular diseño —ideado por el arquitecto Juan Guas— y su historia lo convirtieron en Monumento Histórico-Artístico en 1931. Cinco décadas más tarde (1983), se firmó en su interior el Estatuto de Autonomía de Madrid.