Entre lo castizo y lo moderno, en un local que combinan azulejos con vigas de metal, está La Revoltosa. Esta taberna ubicada en pleno Barrio de Las Letras es uno de esos ejemplos de cómo lo castizo, lo de siempre, puede mantenerse sin que los nuevos tiempos le obliguen a desaparecer.
Hugo García, uno de los responsables de La Revoltosa, nos recibe en el local y casi antes de empezar a hablar se nos despachan tres dobles de Mahou que repartimos entre él, nuestro fotógrafo y yo.
Hay ganas de tomarse una cerveza en cuanto se entra a una tasca como esta a última hora de la tarde, pero la necesidad obliga; la necesidad de lucir una Mahou que es mucho más que una cerveza de botellín o de barril.
Aquí la cerveza no llega en barriles de aluminio que se enchufan al serpentín. Aquí la cerveza cae literalmente del cielo, de unos bidones colocados sobre la barra donde la cerveza se mantiene mucho mejor, conservando su sabor mucho más natural, sin gustos químicos. El resultado no es como paladear una cerveza artesanal pero casi. Desde luego está mucho más cerca de esto que de una Mahou en otro bar cualquiera.
Hugo García presume de cerveza, presume de café (Café Pozo, «una marca tradicional de Madrid con premios en el Certamen de Baristas de Verona», nos cuenta), presume de local y presume de localización.
«Huertas está abandonando el estigma de zona guiri de restaurantes de flyers«, explica Hugo, una tendencia de la que se benefician todos: los clientes de Madrid, que ven aumentar la calidad de la oferta; los propios turistas, que dejan de pagar precios inusuales por comida hecha de cualquier manera; y el propio sector de restauración de la zona, porque «lo importante es que haya una zona y que no estés tú solo. La gente busca que vayas a una zona y haya dos o tres sitios».
Como en toda buena taberna, también hay sitio para la buena comida. Su hamburguesa La Chulapa se llevó un Premio Hellmann’s, pero también tienen croquetas, bravas, ensaladilla, albóndigas en salsa de la abuela y un largo etcétera de platos de toda la vida, algunos reinventados.
Los jueves hay jazz en el mismo escenario donde cantó en los 80 Javier Krahe. Puedes acompañar esa buena música con los cócteles de bartenders expertos y cierran a las 2:30 h., así que no será por falta de tiempo.