El filósofo libanés Nassim Taleb acuñó hace algunos años el término cisne negro que, en palabras de la Wikipedia, se define como “un suceso sorpresivo, de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección”. Probablemente el último (quizás el mayor de la década) cisne negro literario es el de Santi Lorenzo. Lorenzo, escritor eremita donde los haya, publicó un libro que vendió 150.000 ejemplares. Una cifra que no entraba en las mejores previsiones de nadie.
El éxito del libro no solo es traducible en ventas: Los asquerosos será película (así lo aseguró Lorenzo en esta entrevista) y antes ha sido (es) obra de teatro.
La trama de Los asquerosos es la de un tipo solitario y asolado que hiere a un policía, se da a la fuga, se refugia en casa de su tío, quien le aconseja que desaparezca. Manuel, que es como se llama el tipo, desaparece en un pueblo perteneciente a la España vaciada. A partir de ahí pasan cosas.
No se puede reseñar la obra de teatro (que estará en el Teatro Español desde el 17 de diciembre hasta el 24 de enero) sin reseñar el estilo de Santi Lorenzo. El lenguaje tan característico que bien le vale el epónimo de santilorenciano, el lugar común al que le sigue una originalidad (“más feliz que unas castañuelas; unas castañuelas que nadie tiene que oir”) o la ternura (la ingenuidad, la inmadurez o el mundo que no entiende el protagonista) son ideas presentes en sus novelas y presentes en la adaptación que dirige David Serrano.
Igual que lo es el sentimentalismo que no se cree a sí mismo. Esa cuestión tan (sic) santilorenciana que consiste en presentar los sentimientos desde el semipatetismo y con visos paródicos. Esa idea (pido perdón por hablar tan tarde de él) la representa con talento Secun de la Rosa. Y también Miguel Rellán, cuya función es la de ser el contrapeso emocional de de la Rosa. Pareciera, incluso, que Rellán representa una extensión del director y, por el contrario, de la Rosa una extensión de Lorenzo. Como una buscada (y nada tensa) tensión interna.
El riquísimo léxico de Santi Lorenzo se asoma de a poco, como pidiendo perdón, va colándose en la función con lentitud. Y al final invade cada construcción sintáctica, la elección de cada palabra y de cada metáfora de de la Rosa. Y, claro, despierta la carcajada común (“igual que se puede tener anorexia en el comer se puede tener en el comerse”).
(Inciso: la dificultad de adaptar una novela que no contiene diálogos es absoluta y la dirección lo resuelve francamente bien).
Durante la presentación del libro de Los asquerosos, que tuvo lugar hace como dos años en la librería Alberti, Manuel Jabois (creo que fue él) le preguntó a Lorenzo que porqué había elegido ese título. Lorenzo contó un chiste de Chiquito de la Calzada para explicarlo: un hombre va andando por la calle, se encuentra un botón y dice “qué abrigo más bonito me voy a hacer con el botón”. Tenía el título y a partir de ahí tiró de una madeja.
Alargando el chiste o estirando la metáfora, podría decirse que la función del director era solo (¡solo!) comprar ropa acorde a tal abrigo. Y, bueno, lo cierto es que el armario luce fantásticamente.
Fotos: Javier Naval