
Mario Vargas Llosa ha dejado hoy este mundo, pero muchos de los lugares en los que escribió siguen en pie, algunos con otro dueño y otro nombre. Es el caso de El Jute, una antigua tasca en el número 13 de la calle Menéndez Pelayo, a escasos metros del Retiro, que acabó convirtiéndose en el restaurante que hoy es Arzábal.
El Jute fue un espacio clave para el escritor durante los años 1958 y 1959. Por aquel entonces, el escritor vivía en Madrid y asistía a cursos de doctorado en la Universidad Complutense. Sabemos que La ciudad y los perros, su primera novela, nació en la tasca madrileña.
El autor llegó a reconocer abiertamente que empezó a escribir la obra allí; relató en varias ocasiones (incluso en el prólogo de la Edición definitiva de su libro) cómo utilizaba sus tardes en la capital para revisar los primeros capítulos después de sus clases entre bandejas y tapas. El lugar era sencillo, acogedor y con ciertas distracciones. Según el profesor Carlos Aguirre, el escritor recordaba especialmente a un camarero bizco que de vez en cuando pasaba por su mesa para preguntarle: ¿Cómo va eso?
Durante su tiempo en Madrid, Vargas Llosa también compartió momentos con amigos y conocidos en El Jute. Uno de los que le acompañó a la tasca fue Paúl Escobar, que más tarde se uniría a la guerrilla del MIR. Escobar, también estudiante peruano, solía visitar la tasca para convencer al escritor de que se diera un descanso y paseara por las calles madrileñas.
De Jute a Arzábal: lo que queda de la tasca
El Jute ha experimentado un gran cambio de identidad; ha evolucionado de un sencillo local de tapas frecuentado por vecinos del barrio a un rincón gastronómico con una carta innovadora de alta calidad.
Bajo la dirección de Álvaro Castellanos e Iván Morales, Arzábal ofrece platos tan cotizados como las Croquetas Dde Jamón Ibérico con Leche de Oveja o los Huevos con Trufa sobre Patatas Fritas Artesanales, siempre elaborados con productos frescos y de temporada.