
“Si tienes poco tiempo, incluso si has venido al Museo del Prado nueve veces, ven otra vez”. Este es el consejo que le ha dado Conan O’Brien a sus seguidores, en especial a los más creativos. Y es que la pinacoteca no solo es la más visitada de la capital (entran más de 3 millones de personas anualmente), sino que también es considerada como una de las más importantes del mundo.
El comediante estadounidense lo tiene claro: en su vídeo dice que ha estado en casi todos los museos del planeta y no cree que haya ninguno como El Prado. Todos los madrileños conocemos su importancia, pero… ¿sabemos por qué destaca de manera especial?
¿Por qué O’Brien podría tener razón?
El Prado, tal y como lo conocemos, nació en el siglo XIX, al mismo tiempo que florecían los grandes museos de Europa. Sí, antes de convertirse en la institución cultural más importante de España, ya se habían inaugurado el Louvre de París, el Rijksmuseum de Ámsterdam y la Galería Nacional de Londres.
Aunque el edificio que alberga El Prado fue construido por Juan de Villanueva en 1785, no fue hasta el reinado de Fernando VII cuando se convirtió en el Museo Nacional de Pintura y Escultura. Abrió sus puertas al público en 1819, con un catálogo de 311 obras (pese a que el edificio escondía muchas más) procedentes de los Reales Sitios.
Las obras más representativas del museo —Las Meninas de Velázquez, El jardín de las Delicias de El Bosco, Las tres Gracias de Rubens y La Perla de Rafael, entre otras— vienen de las Colecciones Reales, ampliada por Austrias y Borbones —actualmente tiene 34.000 piezas, la mayoría conservadas de manera excepcional— hasta obtener un auténtico legado cultural de España.
En definitiva, El Prado es un recorrido por el imperio en el que jamás se ponía el sol (y lo que quedó después) a través de pinturas creadas por los mejores artistas que ha dado nuestro continente. La firma de Tiziano, Goya, Duero, El Greco y más nombres imborrables en la historia del arte se ven repetidas veces en sus salas.