El nombre completo es Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, aunque al final se suele acortar solo a «El Escorial», nombre del pueblo vecino, que suele llevar a confusión. Felipe II tenía un idilio con la región, eligió Madrid para establecer su Corte cuando la villa era entonces eso, poco más que un pueblo y en lo alto de la sierra del Guadarrama mandó erigir el monasterio que llegó a ser considerado en el siglo XVI como la octava maravilla del mundo.
Felipe II designó un comité para elegir el mejor sitio para que los restos de su padre, y los de los futuros reyes de España, descansaran, pero el monasterio es mucho más, es una muestra del poder (y los gustos) de uno de los reyes más poderosos de la historia.
La biblioteca
Entre las virtudes del rey apodado como «El Prudente», Felipe II tenía un hobby que derivó en un tesoro del humanismo. En las estanterías de madera maciza de la biblioteca de El Escorial descansa una valiosísima colección de manuscritos, incunables y libros raros —el rey era de gustos místicos— algunos de ellos de la Edad Media.
A esta biblioteca con nombre propio, se la conoce como la Escurialense o la Laurentina, está adornada con frescos en el techo que representan las siete artes liberales. Como centro de conocimiento y sabiduría, la biblioteca de El Escorial es una joya cultural que refleja la importancia del monasterio como centro de aprendizaje y espiritualidad durante siglos.
Los panteones
El Panteón de Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es la sala que da comienzo y sentido al resto del complejo. Felipe II decidió construir este edificio en el centro geográfico de la península para que albergase la tumba de su padre Carlos I, a pesar de que quería ser enterrado en Granada. Finalmente, se concibe este panteón monumental que sirve como lugar de descanso final para los monarcas de España desde el siglo XVI.
Está situado bajo la basílica, y además de albergar los sepulcros de los reyes y reinas de España, también descansan aquí algunos miembros selectos de la familia real. Los sepulcros están elaboradamente decorados con esculturas y relieves que representan escenas religiosas y alegóricas, y las lápidas de mármol muestran los nombres y títulos de los monarcas enterrados.
Claustro principal y patio de los Evangelistas
Este claustro es una representación sublime del estilo herreriano que se construye alrededor del patio de los Evangelistas. En las galerías las paredes están decoradas con frescos que representan las historia de la Redención. La imponente escalera tampoco fue diseñada por el arquitecto original, Juan Bautista de Toledo, sino por Bergamasco, y añadió una gran cúpula que más tarde pintaría Luca Giordano.
El patio tiene una forma de cruz con un templete dórico en el centro que hace referencia a los cuatro evangelios y al jardín del Edén.
Basílica
La basílica del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un claro ejemplo de arquitectura renacentista española. En realidad la basílica hacía la función de dos iglesias en una, por un lado está la capilla del pueblo, que es el Sotocoro, y en el cuerpo central del templo se sitúa la Capilla Real e Iglesia conventual. Para separarlos había unas grandes rejas de bronce, muy típicas en las catedrales españolas.
El coro, que no se puede visitar, consta de 124 sillas con ebanistería del genovés José Flecha, una de las sillas es un poco más grande porque desde aquí Felipe II asistía a la misa. En la bóveda hay una Gloria pintada por Luca Cambiaso.
Sala Capitulares
Las salas capitulares del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial son espacios de gran importancia dentro de la estructura monástica. En ellas, los monjes se reunían diariamente para llevar a cabo las lecturas de las Reglas, resolver asuntos administrativos y discutir temas relacionados con la vida monástica.
Estas salas están ubicadas cerca del claustro principal y se distinguen por su arquitectura sobria, pero majestuosa, con techos altos y elementos decorativos que reflejan la solemnidad del entorno. Además de su función como lugar de reunión y deliberación, las salas capitulares suelen albergar obras de arte religioso, como pinturas o esculturas. Las bóvedas están decoradas con frescos religiosos moralizantes y las paredes tienen una selección de pinturas del siglo XVI y XVII, entre las que destacada La túnica de José, obra de Velázquez.
Sacristía
La sacristía del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial reúne en una misma sala obras de José de Ribera y Luca Giordano, además de uno los conjuntos de indumentaria religiosa católica más relevantes, según Patrimonio Nacional. El lienzo que preside el altar es una adoración de Claudio Coello. Cada último domingo de septiembre se desciende el cuadro para dejar ver el tabernáculo del camarín con la exposición del Santísimo Sacramento que fue profanado.
Sala de batallas
Diseñada por Juan de Herrera en el siglo XVI, la sala de las batallas del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial sirve como un vasto espacio museístico primitivo que conmemora las victorias militares más significativas de España. Estos frescos fueron pintados por un equipo de artistas genoveses formado por Nicolás Granello, Fabrizio Castello y Lazaro Tavarone.
En ellos se representan escenas de batallas emblemáticas como la de la Higueruela de 1432, la campaña de San Quintín, por la que se levantó el monasterio, dos episodios de la anexión de Portugal de 1583, la conquista de las islas Terceras y de las islas Azores. La sala de las batallas, conocida en sus inicios como la Galería del Rey, es un ejercicio propagandístico del poderío militar de España a lo largo de los siglos.