Erasmus, trabajo, pareja, o simplemente porque te apetece cambiar de aires. Cuando te vas de Madrid piensas que no vas a echar de menos su agobio (el cual implica vivir corriendo continuamente), las esperas del metro o los bocatas de calamares, que crees tener aborrecidos. Pero no es así. A pesar de que ahora estés respirando aire puro y puedas ir desde casa al trabajo andando (algo en la capital es solo para los más afortunados), te ha entrado la morriña y te has dado cuenta de la cantidad de cosas que no pensabas que ibas a echar en falta…
- Recordarás con nostalgia la frase de “Atención: estación en curva. Al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén”. Te has dado cuenta de que se ha convertido en parte de la banda sonora de tu vida.
- Echarás de menos que un domingo estén abiertas la mayoría de las tiendas.
- Poder pedir comida a domicilio de cualquier rincón del mundo (y tener mil opciones de cada una de ellas).
- La buena comunicación del metro (por mucho que nos quejemos de él).
- La gran oferta cultural que hay (y para casi todos los bolsillos). No tienes excusas para aburrirte si vives en Madrid.
- Desearás encontrarte con los heavys de la Gran Vía y con el resto de personajes bizarros de Madrid.
- Los churros con chocolate de San Ginés…
- …o el cocido madrileño, los bocatas de calamares y los huevos estrellados entre otros manjares castizos.
- El Rastro y las tapas de después en cualquiera de los bares de la Cava (baja o alta).
- Las luces de Navidad, sobre todo la puerta del Sol iluminada, preciosa.
- El Retiro, porque aunque siempre esté lleno de turistas, te darás cuenta de que no has paseado suficiente por él.
- El cielo de Madrid: tiene unas puestas de sol increíbles.
- Los monumentos, museos y demás cosas típicas de la ciudad que nunca vas a ver y ahora que estás fuera te arrepientes.
- Las fiestas, sobre todo las de San Isidro y La Paloma, incluso te arrepentirás de no haberte vestido de chulapo.
- Los vermuts, los yayos y la Mahou, que antes habías acabado aborreciendo.