Históricamente hablando, la zona que ocupa el barrio se denomina así por la importancia de la presencia de la dinastía Habsburgo en nuestro país. La capital española vivió una gran expansión urbanística con el reinado de los reyes de la Casa de Austria, desde la monarquía de Felipe I (1506) hasta la de Carlos II (1700). Aunque su etapa más próspera se corresponde con la regencia de Felipe II (1561), ya que este gobernante estableció la Corte en Madrid durante su mandato. Turísticamente hablando, este territorio de Madrid se corresponde con los barrios administrativos de Sol y Palacio. En cualquiera de los casos, es una de la zonas más bonitas de la capital, por lo que merece su correspondiente reconocimiento:
Se podría decir que la Plaza Mayor es el máximo exponente de la obra de los Habsburgo. Durante el Siglo de Oro fue el epicentro del comercio y de las reuniones populares de la época.
Hasta nuestros días ha llegado una anécdota bastante peculiar sobre la Calle del Codo, ya que cuenta que el emblemático Quevedo orinaba en la estrechez de esta vía.
La Plaza de la Villa es una de las más antiguas de la capital y ejerció como plaza principal antes de la construcción de la Plaza Mayor.
Al Arco de Cuchilleros también lo llaman Arco de Fortunata, ya que bajo él hay una casa en la que el literato Pérez Galdós quiso que vivieran su Fortunata y Jacinta.
Los Jardines de Sabatini y el Palacio Real al fondo, dos de las construcciones más bellas de la época.
La Plaza de Oriente es el punto de partida de Madrid, ya que la ciudad comenzó a construirse desde este enclave.
Cuando vayas por la Calle Arenal mira hacia arriba. Sus edificios no tienen desperdicio.
La Basílica de San Miguel es una de las construcciones arquitectónicas más destacables del barroco español, ¡y la tenemos en Madrid!