La vida se abre paso y como parcial consecuencia de ello, Madrid tiene la mayor charca de anfibios de toda Europa. Tritones, sapos y ranas se amontonan en La Alberca, una charca sita en la localidad de Cenicientos que se construyó en los sesenta con la intención de ser una presa que suministrase agua a municipios cercanos.
La presa nunca se llegó a usar por problemas de filtraciones (y consecuentes erosiones del terreno). Tras una serie de análisis técnicos, la Comunidad de Madrid aseguró unas obras en 2017. Las obras se empezaron en octubre y los resultados de esa obra ya se notan a pesar de haber finalizado este mismo mes.
Las reformas consistieron en demoler el muro que apresaba el agua –un muro, por cierto, que se trituró para tener otros usos. Al mismo tiempo se instaló una cubierta vegetal en el borde y piedras en el centro para atraer animales. De esta forma, la charca (en la que se prohíbe el baño y las actividades recreativas) se convirtió en un imán de anfibios y en un espacio propicio para la actividad reproductora.
No hay solo anfibios en esta peculiar ecosfera: en la reforma también se ha beneficiado a los murciélagos que se avistaban en la zona. Y se ha creado una cueva en la que ya se contabilizan medio millar (casi el doble con respecto a los recuentos anteriores).
En un reportaje de El País que firma Berta Ferrero, Eladio Vicente Muñoz, del área técnica de ingenieros del Canal Isabel II, asegura que La Alberca es la mayor charca de anfibios de Europa. Para ello, la Comunidad de Madrid ha invertido una cifra cercana al medio millón de euros (523.000€ concretamente) y a cambio ha obtenido un espacio único en fauna y en flora, no solo en Madrid, sino en Europa.