Cuando creamos madridistinto nos comentaron que si teníamos un poquito de éxito y suerte, empezarían a invitarnos a eventos. Al principio nos costó creerlo, nuestra intención no era convertirnos en bloggers “super ultra híper mega cools”, sino hablar de sitios que nos habían llamado la atención y demostrar que hay vida más allá de la Gran Vía.
Un día nos llegó un mensaje invitándonos a nuestro primer evento. Fue a raíz del ránking que hicimos sobre las mejores hamburguesas de Madrid en este post. A Goiko Grill le interesó y nos invitaron a la inauguración de su nuevo local en la Glorieta de Bilbao. Así fue cómo nosotras, que llevamos gafas de pasta no por el postureo sino porque estamos más ciegas que Rompetechos, nos convertimos en aprendices de sibarita (para los mortales: alguien de gustos refinados).
He de decir que se notaba mucho que éramos inexpertas, ya que en estas cosas hay que echarle un poco de morro y nosotras no lo hicimos. El primer paso fue pasar por el photocall, a lo “mira que outfit más moderno llevo” cuando en realidad íbamos en vaqueros y zapatillas de marca “ni su” (creo que por eso las fotos no nos hicieron justicia).
Nos dieron una cajita y prometo que creímos que dentro había una hamburguesa. Nos pareció poco eso de compartirla así que fuimos al montón que había en la entrada para llevarnos un par. La encargada de recibir a los invitados nos vio y nos dijo amablemente que se repartía “un paquete por blog”. Nuestra expresión de “oh shit” fue épica, sobre todo cuando abrimos el paquete y vimos que dentro no había una hamburguesa, sino un tarro de salsa barbacoa con una presentación monísima.
El sitio estaba a petar, por definirlo de alguna forma. Había un montón de bloggers chachi pistachi con pintas llamativas, barbas y labios rojos que llevaban el postureo como un tattoo más. No como nosotras, que estábamos más rígidas que la Obregón en Ana y los 7 y sin saber muy bien qué hacer. Cuando empezaron a pasar los entrantes, por fin tuvimos un objetivo definido: probarlos.
Los fingers de queso estaban muy ricos pero lo que más predominaba era el pollo. Había que estar atentas porque como nos descuidásemos, nos quedábamos sin probar nada. Estábamos nerviosas porque queríamos catar las hamburguesas (que nos habían calificado de “orgásmicas”) y aún estábamos en los preliminares. De pronto, cazamos una bandeja con una hamburguesa de queso de cabra y cebolla caramelizada que está para chuparse los dedos. Ahora entendemos por qué presumen de tener las mejores de Madrid, por qué nos han recomendado tanto el sitio y que la próxima vez que hagamos un ránking, hay que incluirles.
Resulta que los bloggers, además de ser muy trendy, son (somos) unos gochos de cuidado. Lo digo porque estuvimos un buen rato intentando conseguir otro trozo de hamburguesa, sin éxito. Nos cambiamos de sitio varias veces, estuvimos al acecho, como los leones que aparecen en los documentales del National Geographic pero para cuando queríamos darnos cuenta, la bandeja llegaba vacía.
Si algo gusta más que comer, es beber. Se estaban poniendo las botas con el cóctel de frutos del bosque que estaban ofreciendo mientras nosotras, con nuestro Nestea en una mano y la cajita en otra, hacíamos lo imposible por un cuarto de hamburguesa.
Nos fuimos pero desde entonces, no paramos de repetir que queremos volver al Goiko Grill porque “nos supo a poco”.