El formato de negocio es parecido al de Five Guys, pero no hay competición: Burger Shack es sin duda una de las mejores opciones de hamburguesas versión «comida rápida» de Madrid.
La «comida basura» tiene una innegable mala reputación. El concepto está marcado por una evidente connotación negativa difícil de salvar. Hamburguesas, kebabs, frituras, pizzas o tacos son elementos de una dieta más cercana al antojo y al bolsillo feliz que a la calidad. Glutamato rules, dirán lo que hablan idiomas.
Pero de vez en cuando esta «comida rápida» o «basura» se reinventa, llegando incluso a transformarse en alta cocina. O simplemente mejora sus ingredientes, ofreciendo un formato de comida rápida de calidad, y esto es precisamente lo que ofrece Burger Shack.
Sus responsables, que llevan ya más de cinco años operando en Venezuela (también tienen algún restaurante en la República Dominicana), lo llaman «casual fast food«. Nosotros, sin embargo, preferimos llamarle la versión mejorada de Five Guys. No podíamos evitar mencionar la siempre odiosa comparación con las llamadas «hamburguesas favoritas de Obama» y lo cierto es que se declaraban abiertamente fans de Five Guys, pero matizan que la calidad de su producto es mejor: pican cada día la carne de sus hamburguesas, puedes elegir el punto de cocción de la carne y su suave pan está hecho con harina de patata.
No es un buen momento para abrir una hamburguesería, o al menos no es un momento fácil con ese gigante llamado Goiko Grill monopolizando carnívoros. La competencia es dura y Burger Shack trae la simplicidad de una hamburguesa bien hecha, a buen precio y sin ingredientes extras de más ni artificios prescindibles. Antes de abrir su primera sede en Venezuela decidieron que, para hacer hamburguesas había que haber comido muchas hamburguesas, así que hicieron las maletas y se pusieron a viajar por EEUU, Super Size Me Land, la patria de la hamburguesa. Y comieron muchas hamburguesas, que de eso iba la cosa, hasta darse cuenta que los sitios míticos que llevaban abiertos más de 100 años ofrecían versiones simples: cheeseburgers, cheese and bacon, y poco más, por eso su carta no va mucho más allá.
Sin duda la reina del menú es la burger shack, que viene con una croqueta de queso fundido en su interior que puede ser de jalapeños, de bacon con cebolleta o de champiñón portobello. También tienen alitas de pollo de las de verdad, de las que se ve que algún día pertenecieron a un ser vivo capaz de respirar por sí mismo y que se comen con guantes de plástico, porque te vas a pringar y mucho. Y desde luego no puedes irte sin probar su batido de mantequilla de cacahuete (sí, de mantequilla de cacahuete), un imprescindible.