En Madrid puedes desayunar en un bar regentado por ciudadanos chinos, comer en un restaurante ecuatoriano y cenar cocina halal sin salir de tu barrio. También puedes hacer la compra en una tienda administrada por inmigrantes pakistaníes mientras escuchas música en una emisora colombiana. O acudir a la consulta de un médico de origen cubano en tu centro de salud.
La población inmigrante está integrada en todas las facetas de la vida en España salvo en una, la que lo vertebra todo. Los ciudadanos extranjeros en política son una rara avis. Integran listas electorales, pero pocos consiguen tener poder ejecutivo en gobiernos locales, autonómicos o estatales. Mientras, la inmigración es uno de los temas más recurrentes en el sistema político.
En una ciudad en la que distritos como Usera, Carabanchel y Villaverde (todos en el sur) cuentan con más de un 20% de ciudadanos extranjeros, resulta un hecho de primeras sorprendente. Y ahí es donde se cuela Caballo perdedor, una crónica escrita por Marina Hernández y publicada por Libros del K.O. sobre un grupo de inmigrantes que, sin experiencia previa y con un presupuesto modesto, decidió competir por la alcaldía madrileña en las últimas elecciones municipales de 2019.
Álvaro Hernández, periodista de origen colombiano, ha sido la primera persona extranjera en encabezar una lista como alcalde a la ciudad de Madrid. Antes que él, la concejala hispanoperuana de Ahora Madrid, Rommy Arce, ostentó el cargo de concejala en el ayuntamiento de la capital durante la última legislatura. Pero nadie había conseguido ser cabeza de lista.
Caballo Perdedor es un libro real, amargo, pero a la vez entusiasta. En apenas 100 páginas, su autora consigue hilar una campaña electoral del Partido Castellano, Tierra Comunera y Partido del Progreso llena de ilusión y algún que otro sin sabor con las dificultades que impiden a muchos inmigrantes ejercer sus derechos en España. Los 57 integrantes de la lista de Hernández saben que no tienen opción, y aún así su candidatura vale la pena.
El texto de Marina Hernández reformula los conceptos de victoria y derrota y reflexiona en torno a la cohesión de un país y el sentimiento de pertenencia a una comunidad. Es quizás una de las mejores derrotas políticas jamás contadas.