En 2005, como en cualquier tiempo pasado, todo era ilusión. Seguro que flotaba en el aire alguna expectativa de ser sede olímpica y se construían edificios como quien los hace con piezas de Lego. Vallecas crecía y crecía y el urbanismo coetáneo acompañaba el crecimiento colocando rotondas con objetos grandilocuentes en el centro de ellas.
Así podría dibujarse el contexto en el que llegó a Madrid la cabeza olmeca de Vallecas. Mayo 2005 y la entonces concejal de Urbanismo, Pilar Martínez, visitaba el barrio para presentar la cabeza olmeca y el evento lo describía así el periódico El País: la cabeza “vigila ya el nuevo barrio del ensanche de Vallecas desde lo alto de una fuente en forma de pirámide precolombina”.
Debajo: 130 focos que la rodean; arriba: cinco toneladas de piedra.
La cabeza, huelga decirlo, es una réplica. Se conservan 17 cabezas olmecas y una de ellas (una réplica, insistimos) está en Madrid. Las cabezas, por otro lado, forman parte del patrimonio artístico precolombino y a la que preside esta rotonda del Ensanche de Vallecas se le conoce como El Rey o como “la cabeza colosal número 8” –un nombre que ciertamente recuerda a una pieza que integra un lote de subastas.
La cabeza original fue tallada entre los años 1200 y 900 antes de Cristo y descubierta (estaba enterrada) a mediados de siglo XIX. Madrid no es la única ciudad del mundo que tiene una réplica, también pueden presumir de ello otras urbes como Londres o Pekín. La réplica madrileña fue esculpida por Ignacio Pérez Solano y la original se encuentra en el Museo de Antropología de Xalapa.
Foto de portada: Javier Pérez Montes