Los fines de semana debería estar prohibido madrugar. Es más, debería ser como una especie de undécimo mandamiento. Así que como yo soy muy legal, me he autoimpuesto esta ley y no me levanto pronto a no ser que sea absolutamente necesario. Parece que los astros se han confabulado para apoyarme en esta causa y han hecho que cada vez más locales de Madrid apuesten por el brunch los fines de semana. Yo no soy quién para contradecir al Sistema Solar, así que el sábado pasado me fui a probar el Brunch de Carmencita Bar (C/ San Vicente Ferrer, 51).
Su brunch tiene varias opciones a elegir, aunque también hay un “menú” cerrado y más completo por 14€ que nuestra parte más gocha no dudó en elegir. Aunque nos quedamos con ganas de probar sus tostadas francesas o sus famosas hamburguesas.
Nada más llegar nos sirvieron una jarra de agua (soy de las que defienden esta iniciativa) así que eso fue un punto a su favor. Eso sí, os avisamos de que tendréis que ser pacientes, ya que al estar lleno el local, el servicio fue bastante lento.
Sin embargo, la espera mereció la pena: café (a elegir entre grande o normal), huevos benedictinos, los hay con salmón, bacon y aguacate, mimosa (champán con zumo de naranja) y postre del día.
Nosotros pedimos unos con bacon y otros con aguacate (ambos acompañados de salsa holandesa). Los de bacon estaban buenísimos (con el tocino super crujiente), pero los irresistibles fueron los de guacamole. El contraste de texturas (crujiente con el pan, suave con el aguacate y cremosa con el huevo y la salsa) es increíble. Lo acompañamos con patatas hash browns y con eso decidimos que no volveríamos a comer hasta la cena.
Pero nos habíamos olvidado de que nuestro cuerpo tiene algo así como un estómago para el postre en el que SIEMPRE hay hueco. En este caso hicimos espacio a dos porciones de carrot cake y de chocolate. La primera de ellas entró sin problema a esa parte de nuestro aparato digestivo encargado de procesar el dulce, pero la segunda costó algo más por su contundencia (aunque también estaba para dedicarle unos versos).
La mimosa que nos tomamos ayudó bastante a que pudiéramos salir de Carmencita Bar y andar con normalidad, pero no volvimos a comer hasta la cena.
Así que eso es Carmencita Bar: mucho ajetreo, buen ambiente y brunchs que quitan el hipo. Nos quedó pendiente volver para probar sus hamburguesas…