Muchas veces concebimos los bocadillos como una comida ligera para matar el hambre. Nos los estamos comiendo y estamos ya pensando en qué vamos a preparar para la cena o dónde vamos a ir para darle un capricho a nuestro paladar, y no caemos en que lo que nos estamos llevando a la boca podría ser todo un manjar.
¿Cómo? ¿Un bocadillo puede ser un manjar? Pues claro. ¿Qué es una hamburguesa, al fin y al cabo? Exacto, un bocadillo de carne. Estamos muy mal acostumbrados a asociar los bocadillos a esa merienda que nos hacía la abuela (benditas meriendas, por otra parte) y nos cuesta concebirlo como degustación por sí misma. Y lo es. Y si no, que se lo digan a Francesco y Angelica, una pareja de italianos afincados en Madrid desde 2013 y que decidieron abrir en diciembre de 2015 su pequeña Casabase.
Si no lo conoces y entras por la puerta te puedes despistar un poco, parece una tienda de comida artesanal pero doblando una esquina encuentras unas mesitas y ya te vas dando cuenta del rollo. Entonces es cuando te paras a mirar las estanterías: pan hecho al horno de leña, condimentos de todos los sabores, cervezas y refrescos artesanales… Casabase es el paraíso de la comida hecha a mano.
Pero sin duda el producto estrella es el bocadillo. Bueno, mejor dicho, los bocadillos. Porque los tienen para dar y regalar. Nosotros probamos tres del menú y sinceramente, no sabríamos decir cuál estaba más rico: si el Real, el Pan-Ky y el Grande Slam. Todos riquísimos. Además, están hechos con un pan horneado en Madrid muy fino, con muy poca miga, que permite disfrutar al 100% de los sabores. Y tienen bocadillos para todos: los amantes del picante se pueden deleitar con los más extremos Sabroso o el Blackmamba o los suaves Genial y el ya citado Pan-ky, los veganos probablemente disfrutarán del Pachamama y los amantes del queso se pueden dar un festín con gran parte de menú.
Pero si nos limitamos a los bocadillos nos estamos perdiendo una pequeña parte del encanto de Casabase. No sé si has probado alguna vez croissants con pistachos. Yo no lo había hecho hasta entrar por su puerta y me he dado cuenta de que he estado toda mi vida perdiéndome una absoluta genialidad. Bueno, eso y la bebida de compañía, siempre artesana y de diferentes partes de Europa. Yo voy a repetir, porque pienso probar toda la carta.