
Imagina que fueras un estadounidense con raíces filipinas y quisieras abrir un restaurante. Podrías tirar de comfort food yankee, podrías ponerte purista con la gastronomía de tu madre, o podrías hacer lo que hace Chuck George: un remix –al que incorpora toques franceses– con personalidad.
Chuck’s Madrid es la nueva parada de un tipo que ya tiene locales en Milán, París y Roma. ¿Es una hamburguesería? ¿Es fusión? ¿Es el nuevo templo de los vinos naturales? La respuesta es: sí. Y también es un sitio sin cartel. Si pasas por delante y no lo ves, lo has visto.
Chuck George se hizo un nombre en el mundo foodie con un «no-modifications» griddle burger en Milán. El concepto evolucionó y ahora, en Madrid, hay más cosas en la carta: un kinilaw (un ceviche filipino chicharro) que está para llorar, unas alitas de pollo que se convierten en gyoza y recuerdan a unas muy parecidas del recién estrellado Sen Omakase, y hasta un braised rabbit royal con sriracha y jus. Para beber, vinos naturales seleccionados por Natalia Cano Bresciani –anteriormente en Bendito.
Un bistró con alma asiática
El local, diseñado por el propio Chuck y ejecutado por Barr Atelier, captura la esencia de un bistró francés pero con un giro local. Dentro, mesas de madera, bancos de roble y lámparas hechas por herreros y carpinteros de Madrid. En las paredes, obras de Lucien Smith, Eliza Rutson Pang y Almudena Canedo. Afuera, terraza para cuando toque buen tiempo.
Chuck viene de Newport, creció en Virginia y pasó por Nueva York antes de lanzarse a la conquista europea. Primero con un ventanuco de take-away en Milán, después con locales en París y Roma, y ahora con este concepto en Chamberí que parece una declaración de intenciones: lo suyo va más allá de la burger.
Como él mismo dice: “La apertura en Madrid es sobre la hostelería post-pandemia, sobre la idea de ser y sentirse visto. Es la evolución de un ventanuco con una oferta mínima a un espacio con carácter y un menú más grande. Es cocinar para una comunidad que se junta y aparece. Así que déjame cocinarte algo más, algo diferente, algo que sea yo”.
Guárdate el nombre (y la dirección –calle de la Santísima Trinidad, 6–, porque cartel no tiene).