
Madrid dirá adiós a uno de los últimos restos de la época del Covid-19: las terrazas en las bandas de estacionamiento. A partir del 1 de enero, todas aquellas terrazas situadas en la calzada tendrán que ser retiradas, tras casi tres años de funcionamiento.
Esta medida excepcional fue aprobada durante la pandemia. En mayo de 2020, la ex-vicealcaldesa Begoña Villacís estableció de forma temporal una medida que buscaba servir de tregua a los hosteleros. Era el momento de la primera desescalada tras el confinamiento y los locales de interior no podían usarse en la totalidad de sus capacidades debido a las medidas sanitarias. Así, el número de terrazas en algunas zonas de Madrid se duplicó para dar cabida a más comensales y evitar la pérdida de empleos, como defendió la ex-vicealcaldesa.
Estas terrazas situadas en zonas de estacionamiento, que tenían solo unos cuantos meses de esperanza de vida, continuaron ocupando la vía pública hasta el 2024. Una parte de este tipo de terrazas ya se retiró a principios de 2023, cuando la Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE) Trafalgar-Ríos Rosas entró en vigor para garantizar el descanso de los vecinos de la zona. Finalmente, el 31 de diciembre será el último día que puedan operar. Ahora bien, desde el Área de Vicealcaldía ya han avisado que concederán a los hosteleros un par de días más para que desmonten las sillas y las mesas ubicadas en la carretera.
Reclamación del espacio público
Esta medida surge en el marco de las continuas reclamaciones de los vecinos de la ciudad para recuperar el espacio público. La privatización de las aceras, esquinas y calles madrileñas ha sido objeto de numerosas quejas por parte de los madrileños, que han visto disminuir el espacio dedicado a los peatones en beneficio de los bares y restaurantes.
Plazas con más sillas en terrazas que bancos, aceras desaparecidas, almacenes callejeros de mobiliario apilado, obstáculos peatonales, árboles perjudicados… La nueva Ordenanza de Terrazas aprobada en enero de 2022, que sustituye a la antigua de Ana Botella, surgió para poner fin a algunos de estos problemas.
Las estufas de gas, que emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera y producen quemaduras en los árboles colindantes, quedaron prohibidas y deberán ser sustituidas en un plazo de dos años.
Otra de las medidas de la ordenanza fue la delimitación de las ‘zonas saturadas’, zonas en las que no se concederán nuevas autorizaciones para colocar terrazas. Los criterios para delimitar estas áreas saturados son: en aquellas zonas en las que las terrazas ocupen más del 33% de su superficie, caminen más de 33 personas por minuto o tengan afecciones medioambientales concretas. Un ejemplo de zonas saturadas por las terrazas son los bulevares de Sáinz de Baranda e Ibiza y la Avenida Menéndez Pelayo.
Sin embargo, hay otros aspectos que la nueva ordenanza no regula. Esta normativa, por ejemplo, no toca a las ‘estructuras ligeras’, los veladores formados por construcciones de cristal, madera o lona que ocupan gran parte de las aceras y zonas peatonales y que forman una especie de chiringuitos en medio de la calle. Estas ‘estructuras’ pueden continuar su función debido a su ‘carácter no permanente’, a pesar de que, la gran mayoría, no se desmontan al final de la jornada y continúan ocupando espacio tras el cierre de los locales a los que pertenecen.
La nueva ordenanza tampoco regula el impacto visual que estas estructuras tienen en la ciudad. A diferencia de ciudades como Málaga, cuya normativa incluye pautas estéticas, en Madrid cada local puede decorar su terraza como convenga y disponer del mobiliario de su elección.
Las limitaciones de la normativa vigente fueron denunciadas por la oposición, el movimiento vecinal y la Federación regional de asociaciones vecinales de Madrid (FRAVM).
La FRAVM creó un formulario en el que denunciar las irregularidades e infracciones de la normativa cometidas por los hosteleros, y cuyos descubrimientos quedaron reflejados en un gran mapa que se puede visitar en su página web. Entre sus quejas se encuentran desde invasiones de aceras y obstrucción del paso a portales de viviendas hasta terrazas que dificultan el acceso a contenedores de basura.
Con la prohibición del establecimiento de terrazas en plazas de aparcamiento, se espera que poco a poco las aceras y calles de Madrid vuelvan a ser espacios para los peatones.