Nuestra seguidora, Sandra Rodriguez Cantarero, ha tenido una idea fantástica y ha recopilado las historias de algunas de las estatuas más emblemáticas de Madrid en su blog. Os dejamos aquí su artículo para que vosotros también podáis conocerlas:
Tal vez las prisas, el ir mirando siempre el móvil o ensimismados en nuestros pensamientos, no nos permitan ver las maravillas que nos rodean. Fijarnos en esos detalles que a simple vista pasan desapercibidos, pero que si miramos detenidamente descubrimos otro mundo completamente distinto.
Como es el caso de estos peculiares madrileños, figuras de bronce que para muchos pasan desapercibidas. Colocadas en lugares emblemáticos de Madrid, han sido testigos de mil y una aventuras, de besos robados a medianoche, de amaneceres tras una noche que no tienen fin. Pero también han sido víctimas del vandalismo, pintadas, ultrajadas y hasta decapitadas. Han sobrevivido al frío y al calor madrileño y a pesar de todo siguen ahí, guardando miles de historias esperando a alguien a quien poder contárselas. Tal vez solo hace falta acercase y preguntar.
Pero primero, averigüemos quienes son y cuál es su historia:
El vecino curioso
Al pasar por la Calle Mayor nos llama la atención la peculiar figura de un hombre asomado a una barandilla mirando con gran curiosidad algo, pero ¿qué es ese algo? Somos muchos los que nos ponemos a su lado para intentar ver lo mismo que él, miramos al horizonte pensando que puede estar ahí. Pero en realidad lo que este peculiar personaje mira es la cristalera que protege los restos arqueológicos de la iglesia de Santa María de la Almudena, hallados al realizar las obras de Urbanización e Infraestructuras del Eje de la Calle Mayor.
El encargado de llevar a cabo la restauración de estos restos fue Salvador Fernández-Oliva, que para preservarlos y garantizar así su protección colocó una cristalera sobre los mismos, y como broche final de la reforma, situó a este individuo de bronce apoyado sobre la barandilla de la cristalera, mirando fijamente las ruinas de la catedral. A este personaje le llamó “El vecino curioso”, que invita a todo el que se acerca a mirar la cristalera y saciar así su curiosidad.
Lector en la Plaza de la Paja
Nos dirigimos al barrio de La Latina, en concreto a la Plaza de la Paja, donde podemos ver a los pies del Palacio de los Vargas la silueta de un hombre sentado leyendo el periódico. Se trata del “Lector en la Plaza de la Paja”, obra creada por el autor Félix Hernando, que en 1998 eligió este banco de la plaza para disfrutar plácidamente de su lectura. Para realizar esta obra de bronce el autor se utilizó a sí mismo como referencia.
Ataviado con un jersey al cuello y elegantes mocasines, este peculiar personaje parece ensimismado en su lectura. Si nos acercamos más a esta figura, su dedo índice señala una frase del periódico que nos invita a reflexionar: “Entre todos rehabilitamos Madrid”.
En nuestras manos está que mantengamos limpia y cuidada nuestra ciudad. Debemos respetar cada rincón lleno de historia y patrimonio de todos.
El barrendero madrileño 1960
Uno de los madrileños más conocidos por todos es el mítico barrendero de la Plaza de Jacinto Benavente que lleva limpiando sin descanso esta mítica plaza desde 2001. Esta estatua fue encargada por Álvarez del Manzano, alcalde de Madrid durante esas fechas, que quiso agradecer a este gremio su importante labor a la hora de mantener limpia la ciudad.
La estatua, bien ataviada con el traje típico de los barrenderos de Madrid durante los años 60, fue diseñada por Félix Hernando, a la que bautizó con el nombre de “Barrendero madrileño 1960”.
Esta estatua también esconde un pequeño secreto, y es que según cuenta la leyenda el autor se inspiró en un veterano barrendero llamado Jesús Moreno para crearla.
Tras Julia
Por el barrio de Malasaña podemos encontrarnos con varias de estas estatuas.
Cuando paseamos por la Calle del Pez, no podemos evitar dirigir nuestra mirada a una chica un tanto peculiar, apoyada en la pared del Palacio Bauer sujeta unos libros con su brazo derecho, adoptando una postura relajada, como si esperara a alguien.
Se trata de Julia, su autor Antonio Santín Benito, se inspiró en una leyenda del S.XIX, cuando las chicas no podían acceder a las universidades y bautizó su obra con el nombre “Tras Julia”. Según cuenta la leyenda, Julia podría ser Concepción Arenal que decidió disfrazarse de hombre para poder entrar en las clases de Derecho de la Universidad Central de Madrid, en la calle San Bernardo.
Joven caminando de la Plaza de San Ildefonso
Desde 1996 una joven estudiante de 18 años, camina de vuelta a casa o rumbo a la escuela por la plaza de San Ildefonso, con aire despreocupado lleva bajo su brazo una carpeta y su mochila a la espalda. Su pelo enmarañado, su jersey ancho y sus botas de montaña, le otorgaron el nombre de “la grunge”, en referencia a aquel movimiento musical y estético de los años noventa, pero su autor Rafael González, la bautizó como “Susana”, el nombre de su hija, en la que se inspiró para realizar esta obra de bronce.
La paseante de la Calle de la Palma
Roberto Manzano, autor de esta obra, posiblemente se inspiró en alguna alumna del Centro de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos que se encuentra en la misma Calle de la Palma. Representa la imagen de una chica joven y desafiante, vestida con una fina camiseta de tirantes y una falda ceñida a su silueta planta cara al tiempo de la capital. Fue colocada en esta calle frente a dicho centro en 1999 y a pesar de haber sido desmembrada y decapitada en alguna ocasión, ella sigue en pie desafiando a los peatones.
Lectora empedernida de la Plaza del Dos de Mayo
En 1999 apareció en la Plaza del Dos de Mayo una vecina más en el barrio.Sentada justo enfrente de la puerta del Parque de Artillería de Monteleón, sostiene un libro en su regazo.
Esta obra de bronce y del autor Enrique Velilla tiene por título “Lecturas del Dos de Mayo”. Su estilo es muy distinto al de las demás, presenta elementos figurativos y abstractos pero se puede apreciar claramente la imagen de una mujer leyendo.