Mariví Vidal Villalba nos acerca un poco más a las curiosidades de nuestra ciudad. Esta vez se ha centrado en El Rastro y nosotros, nada más leer su artículo, nos hemos ido derechitos a él para poder redescubrirlo. ¡Muchas gracias!
El Rastro de Madrid tal y como lo conocemos hoy, es uno de los mercados al aire libre más emblemáticos; no sólo de la capital, sino de España e incluso de Europa. Su curiosa denominación obedece cuando originariamente, comerciantes y artesanos se asientan en la zona de mataderos, y al arrastrar las reses sin desollar hacia las curtidurías, estas dejaban un copioso “rastro de sangre”.
Las primeras noticias documentadas que se tienen de tan significativo lugar datan del año 1740. Pero su origen hay que buscarlo en el primer matadero municipal de Madrid, que se abrió en 1497. En torno a este establecimiento y al mercado de la carne y de las pieles, comienza a desarrollarse una “zona mercantil” de la época, en la que ejercían su actividad los ropavejeros y curtidores. Por tanto su origen más remoto se ubica en las calles del Carnero, Cabesteros y Ribera de Curtidores.
Toda esta actividad iba incrementándose con el paso del tiempo, y así en el siglo XVII se dan cita comerciantes que dieron paso a otro tipo de negocios, como tahonas, material variado de todo tipo e incluso objetos robados.
Estas actividades emergente cada vez iban ganando más terreno al mercado clásico. Tanto es así que se alejaron a los curtidores y a las tenerías de la Rivera, para evitar su contaminación.
Ya en el siglo XIX comienzan a ocupar los puestos desmontables, que se crean el siglo XVIII, otro tipo de comerciantes que dan un aire nuevo el mercado. Así comienzan a asomarse los primeros anticuarios, chamarileros, y compra-venta de diversos objetos como monedas, alhajas, muebles y otros objetos de valor. Es en este siglo XIX, cuando estas actividades comienzan a hacer su presencia los domingos por la mañana y a generar otro tipo de ambiente.
Recién entrado el siglo XX desaparecen de la zona los mataderos que hasta entonces habían estado funcionando, y empieza a decaer la actividad durante los días laborables, siendo más prolífera durante domingos y festivos.
Ya en los años 70, gran cantidad de comerciantes y artesanos, comienzan a asentarse en la Plaza de Cascorro. Y precisamente será la Ribera de Curtidores y la Plaza de Cascorro, los lugares más significativos del actual Rastro.
Mención especial merece hacer a una de las plazas más emblemáticas de este mercado, e incluso de todo Madrid. Su nombre se debe a la gesta realizada por el soldado Eloy Gonzalo en 1902. Realizó actividades heroicas en la pequeña población de Cascorro, en Cuba, lo que le valió el reconocimiento de Alfonso XIII , quién en su honor mandó erigir una estatua en la antigua plazuela del Rastro. Posteriormente tuvo reconocimiento oficial, cuando en 1941, se coloca la correspondiente placa, y la Plaza se pasará a denominar Cascorro, en homenaje a su héroe.
Es el Rastro, desde que comienza su actividad hasta el momento actual, una zona que ha sido testigo de la intensa actividad de sus comerciantes y artesanos, que han ido pasando durante este tiempo. Ha acogido a todo el que quería conocer tan peculiar espacio, el ir y venir de sus gentes, tratando por igual a madrileños y forasteros.
Testigo sin igual de una parte de la vida del pueblo de Madrid, que guardarán durante tiempo, porque le pertenece, y se ha hecho merecedor de tal privilegio.