Puedo asegurar que después del trabajo, el metro es mi segunda casa. Por eso decidí coger la libreta y mi sombrero de exploradora para analizar la fauna y flora que habita este ecosistema. Sabía que iba a ser una tarea ardua, con poco oxígeno y nada de luz natural pero como todo buen trabajo de investigación, las conclusiones extraídas han merecido la pena.
Bastan unos cuantos viajes en el Metro de Madrid para darse cuenta de que es un mundo aparte que tiene sus propias reglas y fenómenos paranormales. No entiendo cómo Íker Jiménez aún no se ha dedicado a analizarlos: hay zombies a primera hora de la mañana, seres de otros mundos que parece que no hayan subido a un tren en su vida, ruidos extraños… En fin, sin más demora, paso a explicarles esa clase de cosas que solo ocurren cuando pasas tanto tiempo bajo tierra como yo. ¿Olvido alguna?
Mantengan sus pertenencias controladas en todo momento
Soy de esas personas que cuando viajan el metro se pegan al bolso cual lapa. No, no es paranoia, es que he visto cosas que no creeríais en lo que a hurtos se refiere. ¿Lo último? Aprovechar que la persona está con el hocico pegado al móvil para quitárselo antes de que se cierren las puertas del tren.
Señores con las manos muy largas
Digo señores porque a día de hoy no he conocido a ninguna mujer que aproveche que el vagón está lleno para arrimar cebolleta y restregarse sutilmente. Lo peor que te puede pasar es que se te caiga algo al suelo y tengas que agacharte para recogerlo.
Atención, estación en curva…
…Al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén. No importa cuántas veces nos lo repitan, todos conocemos a alguien que ha caído en la trampa.
¿Va a salir?
Saca lo peor del ser humano, por eso el ambiente está tan cargado. Seguro que habéis vivido esta situación: el vagón está lleno y unas cuantas personas colapsan el acceso a la puerta. Preguntas educadamente si también van a salir y en vez de apartarse, te miran como si fueras ET el extraterrestre. También he vivido la situación contraria, el ser yo quien bloquea la salida y que me pregunten con todo el mal humor del mundo si me bajo en esa estación.
Muy mala, muy mala educación
Lo de dejar salir antes de entrar no lo tenemos interiorizado, y es que hacerse con esa silla libre que hay en el vagón se convierte en los Juegos del Hambre: hay empujones, gruñidos, mordiscos… También están los que bloquean las escaleras y no se apartan por muchos ruidos y carraspeos que hagas.
“Arte” bajo tierra
Hay quienes nacen con estrella y quienes nacen estrellados y aquí, hay un poco de ambos. Alucino con el violinista de Ciudad Universitaria o los heavys de Alonso Martínez pero cuando aparece el típico pesado que aporrea el acordeón, los instintos asesinos aparecen, más si es un día en el que hay resaca. Si eso lo rematas con una señora predicadora que se dedica a transmitir imponer la palabra de Dios… Que cada uno imagine lo que quiera.
Discotecas andantes
También denominados “canis irrespetuosos”. No queremos escuchar a todo trapo la canción del Serrucho ni a Romeo Santos, gracias. El pensamiento es generalizado pero ¿Alguien se ha molestado alguna vez en llamarles la atención?
“Próximo tren no admite viajeros”
Eso y que el tiempo de espera supere los siete minutos es lo peor que nos puede pasar, sobre todo si vamos con prisa (el estado natural de todo buen madrileño).