La Puerta del Sol es un lugar mítico por muchas cosas, pero sobre todo por ser el enclave definitivo para dar la bienvenida a un nuevo año.
Aunque hay diferentes versiones sobre el origen de tomar las uvas en la Puerta del Sol, estas acaban coincidiendo. Y es que a día de hoy, los españolitos seguimos haciendo, por una vez, algo al mismo tiempo.
Algunas fuentes dicen que el origen de tomar las uvas se debe a la próspera cosecha que tuvo lugar en 1909, motivo por el que los agricultores decidieron vender su producto como «uvas de la suerte».
Sin embargo, hay otros datos que hacen que la tradición se remonte unos cuantos años atrás. En concreto a 1882, cuando la clase alta de Madrid tomaba las uvas acompañadas de champán en sus cenas de Nochevieja, imitando así a los burgueses franceses. Años después, esta reciente tradición continuó instaurada entre las familias más pudientes de Madrid, por lo que éstas parecían ser las únicas que podían recibir el año cargado de suerte.
A esto hay que sumar que en 1892 José Abascal (alcalde de la capital por aquel entonces) decretó un mandato en el que se multaría con cinco pesetas a todo aquel que provocase escándalos en la víspera del día de los Reyes Magos. Inicialmente, esta prohibición tenía poco que ver con quiénes comía las uvas al recibir el año y quiénes no, pero los menos favorecidos decidieron crear su propia forma de celebrar la llegada de un nuevo año a modo de protesta, por lo que eligieron el día 5 de enero para celebrar su propia bienvenida organizando todo el bullicio posible.
Esta «protesta» continuó haciéndose cada año, aunque no hay constancia de que se celebrase en la Puerta del Sol hasta 1906, año en el que oficialmente se tomaron las doce uvas de la suerte en ella. A pesar de eso, todavía había muchas personas que se quedaban completamente extrañadas con ese tumulto de gente reunido en la fría noche de diciembre.
Poco a poco, lo que comenzó como una protesta se acabó convirtiendo en toda una tradición a la que incluso se unieron los miembros de las clases sociales privilegiadas. Aunque al principio era difícil ver la plaza llena, en la Nochevieja de 1909 un excedente en la producción de uva hizo que los agricultores se pusieran en contacto con el Gobierno con el fin de que este potenciara la compra de uvas para tomarlas en la última noche del año. Por eso aquella Navidad la Puerta del Sol se llenó con cientos de personas.
Cuando las campanadas empezaron a retransmitirse, lo hicieron por radio, pero la primera vez que se vieron en televisión (en 1962) fue desde la Puerta del Sol por el hecho de que solo existían dos cadenas de televisión. A día de hoy, se emiten desde diferentes puntos diferente de la península, pero el más mítico de ellos sigue siendo nuestra Puerta del Sol.